Lunes 02.08: Quepos - Desamparados, 100 km

Cuestómetro IBP

Hace poco me compré un GPS para tratar de defenderme contra el Chancho Chingo y sus constantes ataques contra mi bienestar físico y mental.  El chunche -en teoría- facilitaría el planeamiento y la ejecución exitosa de los rides.  No obstante, resulta que el Chancho Chingo fue el que inventó el aparato, sólo para perjudicarme aún más.  El ridecito de Quepos a Desamparados es un buen ejemplo de eso.

Originalmente, la idea era simplemente hacer el clásico ride de Chespiritos a Quepos un día, y devolverse por el mismo camino el día siguiente.  Hace rato que tenía ganas de intentarlo, y cuando se armó el ride a Quepos con los sospechosos de siempre, me puse a planear el regreso científicamente para evitar sorpresas.  Iba a devolverme por la misma ruta hasta el Empalme, y de ahí bajar a Cartago, donde me iba a esperar el carro escoba y una cervecita bien merecida en La Reforma.  Pero, resulta que el 2 de agosto hay un montón de gente que insiste en caminar a Cartago, lo que impide la libre circulación de carros escoba, y además puede implicar bares llenos, por lo que había que pensar en un plan B.  

Estudié el mapa hasta aprendérmelo de memoria, y terminé con dos posibles rutas para llegar a un lugar accesible para vehículos motorizados.  Una era yendose por calle asfaltada y conocida via Frailes a Acosta, la otra era un producto de mi imaginación, prácticamente una broma.  Con la ayuda de tecnología avanzada logré ver la altimetría aproximada de las dos opciones; la primera tendría unos 4000 metros de ascenso acumulado en 90 km, la segunda unos 4800 metros en 80 km.  

Presenté las opciones al otro enfermo que se había apuntado para el ride, Edwin Perez de la zona chicharronera de Aserrí, y él, para mi sorpresa, inmediatamente y sin discutir se inclinó hacia la segunda opción.  Uno de los rasgos de mi personalidad que menos me ha servido es el de no querer dar la impresión de tener miedo frente a un reto ciclístico, por lo que terminamos escogiendo la peor de todas las posibles opciones.

El plan era salir a las 5 am para evitar el calor al principio y la lluvia hacia el final del ride, pero terminamos saliendo a las 7, con lluvia hasta Nápoles y luego un sol tostador en algunas de las múltiples cuestas.  Empezamos dando una vuelta extra para no tener que cruzar el Río Paquita, ya que la siempre confiable gente de la zona nos habían indicado que el río era incruzable por las lluvias.  Resultó que el río era de lo más cruzable que hay, pero ya habíamos hecho la vuelta.  Luego seguía la primera cuestita hasta Nápoles, en realidad no estuvo nada mal; pendientes llevaderas y algunos planos para descansar de vez en cuando.  Hicimos una parada técnica en una soda ahí en la montaña, y terminamos preguntándole otra vez a la gente de la zona, a pesar de que llevabamos dos chunches GPS con la ruta científicamente trazada.  Cuando dijimos que nos ibamos a mandar por Llano Bonito, hubo un silencio largo hasta que la señora comenzó a llorar y vomitar como poseída, mientras el señor se reía como el Dr. Hibbert.  Esperamos unos 5 minutos más, pero no paraban de reír y vomitar, así que mejor nos fuimos.

Cuando llegamos al asfalto había que tomar la decisión definitiva, si nos ibamos por lo seguro - San Marcos y Frailes, o a lo chancho chingo por Llano Bonito.  Ninguno de los dos quería dar la impresión de tener miedo o cansancio, entonces nos fuimos a la izquierda, hacia Llano Bonito.  Nos dimos cuenta rápidamente que la ruta, por muy científicamente dibujada que fuera, no necesariamente correspondía con el terreno, así que hubo que preguntarle a la gente de la zona.  Un señor que insistía en hablarnos en inglés dijo que mejor devolverse e ir por Frailes.  Nosotros discrepamos; ya que habíamos trepado una cuesta de las mil y treinta putas para llegar hasta ahí, sería demasiado triste devolverse.  El señor trató de explicar los horrores que nos esperaban más adelante, incluyendo dragones y perros bravos, dijo que por la otra ruta habían chinchorros en cada esquina, intentó sobornarnos con dinero, chocolate y una noche con su esposa y sus dos hijas, y al final se paró en media calle con un machete para evitar que siguieramos.  Afortunadamente, Edwin logró darle en la jupa con una piedra, y pudimos seguir hacia nuestro destino.  

Cuando llegamos al final de la cuesta, antitos de llegar a San Carlos, vimos unas montañas del otro lado del valle, unas paredes espantosas que evidentemente tendríamos que subir en algún momento.  Lo inteligente sería devolverse a Quepos y llegar a Acosta por Parrita o Upala, pero como nadie quería decir nada todavía, seguimos.  Bajamos hasta llegar a una represa del ICE, y ahí empezó la segunda cuestita del día, y muy posiblemente la peor.  Era un trepón interminable, cada vez más empinado, hasta llegar al muy, pero muy mal llamado pueblo de Llano Bonito, y de ahí seguía para arriba hasta llegar a Fila Bustamante a unos 2.150 msnm.  Cuando finalmente empezó a bajar, resultó ser caída libre, casi se me derritieron los discos.  

Ya en Monterrey empezó la diversión otra vez, con la tercera cuesta interminable del día.  Vimos un rótulo que decía Tarbaca, y yo, emocionado, le pregunté a una señora de la zona si faltaba poco.  Ella me dijo que no, no y no.  Eso me alegró mucho, ya que los integrantes del grupo conocido como Gente de la Zona siempre se equivocan espantosamente, por lo que deduje que ya estabamos en Tarbaca.  No obstante, parece que la señora no era de ahí, porque lo que faltaba era una cuestota de casi 15 km, de las que uno se tira empujando constantemente las manillas de cambio, buscando un cambio más suave que el 1:1.  Ya estaba delirando del cansancio, pero estando tan cerca de llegar a la meta, llamar por el carro escoba no era una opción.  Para cerrar el ride con broche de oro, tuve que bajar a Desampa sin luz, sin foco y con lágrimas ofuscándome la vista, de alguna manera todo salió bien y llegué ileso a la meta, donde había de todo, incluyendo costillas de chancho chingo y múltiples Cervezas Bien Merecidas™.      

En resumen, fue un ridecito interesante y bonito, con lindos planos y apenas tres cuestitas; una de 25 kilometritos y dos de 15.  Se lo recomiendo para todo ciclista de cualquier nivel, nada más recuerden llevar aceite para la cadena por aquello de una llovizna.