martes, 15 de junio de 2010

Domingo 06.06: Acosta - Puriscal - Ciudad Colón, 61 km


Distancia: 61 km
Tiempo: 3:45 horas
Promedio: 16.3 km/h


A veces no hay ganas de levantarse para ir a andar en bici, y este fue el caso a las 5 am el domingo 6 de junio del 2010.  No sé si fue la lluvia la que me despertó o si fue el dolor de piernas que no me dejó dormir más, de todos modos tuve una pereza increíble y la única razón por la que me levanté fue para buscar excusas para no salir.  Lamentablemente, ya me había comprometido a ir a Cartago, donde René y el temerario vaquiano Don Jorge habían preparado un ride exploratorio del cual nada se sabía excepto que el punto más alto se encontraba a unos 2800 msnm. 

Entonces, para eximirme de toda responsabilidad, llamo a Juanpa para que él diga que el clima esta muy feo, que no se puede salir así, jamás.  No obstante, el muy huevón dice, entusiasmado, que parece que no está lloviendo por el lado de Cartago.  Obvio que no le voy a decir que estoy hecho pistola por el ridecito del día anterior (Heredia - Parrita), uno tiene que cuidar su honor y su buen nombre que, aunque cuesta pronunciarlo, indica cierta herencia vikinga.  No creo que Erik Hacha Sangrienta o Harald el Despiadado se quedaron en la casa cada vez que llovía, y seguro que Leiv Eriksson no hubiera llegado a América si tuviera que descansar una semana por cada día de viaje.  Así que salimos, rumbo a las montañas de Cartago, listos para explorarlas y posiblemente fundar un asentamiento vikingo.

Unos 15 minutos antes de llegar a las costas cartaginesas recibimos una llamada de una pobre monga, dió a entender que tenía miedo de nuestros superpoderes; dijo que estaba lloviendo y que tenía un tos terrible, por lo que no no le parecía un buen día para ser víctima de vikingueadas.

Obviamente seguimos hasta Cartago, había que ver si era cierto lo que decía la monga o si eran puras excusas, y efectivamente estaba lloviendo como sólo puede llover en Cartago.  Entonces decidimos mejor ir a Acosta, y buscar una ruta de ahí a Puriscal, pasando por donde nos habíamos perdido el día anterior. 

Esta ruta, pasando por Bajo Calvo y Toledo, resultó ser una verdadera maravilla.  De Acosta a Bajo Calvo es casi que pura bajada, luego columpios hasta Toledo y más bajada hasta llegar a un puente en mal estado, algo insólito en este país.  Ahí sí que empieza la diversión; del otro lado del puente hay un downhill, que lamentablemente es un uphill cuando hay que subirlo, nosotros optamos por la "calle", una cuesta de unos 5 km de tierra y piedra suelta, ahi no hay nada excepto bosque y un calor infernal, muy lindo si uno sobrevive la tortura. 

Finalmente llegamos a la civilización, reconocible por su barcito y por su mejenga, y disfrutamos plenamente las dos cosas.  Los mejores futbolistas del gran pueblo de Pozos jugaba contra los hombres de un pueblo vecino de igual importancia, no se sabe quién ganó el partido, pero sabemos que el señor cantinero tuvo uno de sus mejores días en mucho tiempo.

La siguiente parada técnica la hicimos en Puriscal, en el chinchorro que queda detrás del mercado.  El plan original era pasar por la carnicería Texas y comprar unos kilos de chicharrones, en parte porque los chicharrones son la parte más importante de la dieta de cualquier ciclista, pero sobre todo era para vengarnos del chancho chingo, que tanto nos ha jodido.  Tristemente, la carnicería estaba cerrada, al igual que Popo's y todas las demás carnicerías de Puriscal.  Chancho Chingo 1 - Sabadomasoquistas 0.  Terminamos el ride en Ciudad Colón, cansados pero felices con 61 km en las piernas, y hasta la prox. aventura ciclística.

domingo, 6 de junio de 2010

Sábado 05.06: Heredia - Rancho Macho - Acosta - Parrita, 100 km



Distancia: 103 km
Tiempo: 5:15  (9 horas total)
Promedio: 19.6 km/h



El ride de Acosta a Parrita es todo un clásico, son apenas 57 km, pero la primera cuesta es una pared de 13 km que conspira con el calor de la zona para matar a cualquier ciclista desde el principio.  No obstante, decidimos que era hora de ponerle unos km extra para hacerlo más interesante.

Originalmente, el plan era salir de Heredia, subir a Quitirrisí, bajar a Tabarcia e ir por el Cerro Salvaje hasta Acosta, para luego seguir hasta Parrita.  Considerando el tránsito que hay en la pista y en la calle subiendo al Alto los Indios, decidimos mejor ir por Rancho Macho, siguiendo la ruta del día 2 de Conquistadores de Sta. Ana a Acosta.  Algunos querían subir el Cerro Salvaje también, pero no hubo quórum ésta vez, por lo que Bocinante se enojó y amenazó con sugerir atajos cuando menos lo esperabamos.

En fin, con la ruta planeada hasta el más minúsculo detalle, salimos de Heredia a las 5 am.  Levantarse a esa hora fue quizás lo más duro de todo el ride, pero para algo se produce tanto café en el país.  Roberto, Mario, Chema, Orozco, Leiton, el Doc, Juanpa y este inmigrante íbamos a hacer todo el ride mientras otros, menos autodestructivos, iban con la buseta hasta Acosta.  Sin embargo, antes de salir, el Doc se dio cuenta que el  mecánico, en vez de arreglarle la cleta, le había quitado los frenos, por lo que decidió devolverse.  Para qué, nunca lo sabremos; igual nunca usa los frenos.

Entonces, salimos siete valientes a explorar y documentar la nueva ruta Heredia – Parrita.  Hasta Sta. Ana, todo bien, pero después lo que sigue es Rancho Macho, y yo pienso que cualquier ciclista que ha intentado subir esas cuestitas estaría de acuerdo conmigo cuando afirmo que es una de las cuestas más terribles que existen.  Uno tiende a decir eso sobre cualquier cuesta, pero al fin y al cabo, esta es extremadamente empinada y además muy larga.  Yo la había subido una vez antes, aquella vez me enojé, sobre todo porque todo el mundo me iba pasando; primero los viejitos, después los obesos, luego las embarazadas y finalmente unos niños en triciclo, eso fue en la Ruta del año pasado, fue una experiencia muy desagradable subir ahí el día después de hacer la famosa primera etapa de conquistadores.

Esta vez estuvo más placentero; menos gente y más tiempo disponible para ir a un ritmo decente.  De alguna manera subimos montados, aunque con pausas estratégicas de vez en cuando, y llegamos a la cima hechos leña.  La bajada estuvo divertida, algunas partes no son muy transitables; hay zanjas y barro muy resbaloso, pero lo que se puede bajar montado es un cagón de risa.

Llegamos todos vivos a Corralar y fuimos por la calle hacia Acosta, un pedacito de calle de unos 10 km.  Peeeero… paramos en una pulpe para reabastecernos, no sé exactamente qué pasó, de repente hubo un motín; el Doc llamó desde Acosta, donde nos iba a esperar para acompañarnos hasta Parrita.  La buseta nos iba a esperar ahí también para hacer de carro escoba, pero no estaba; resulta que no había paso, y ya se había ido por otro lado.  En eso alguien decide que por la calle faltan 20 km para llegar a Acosta, que vamos a durar hora y media, pero que por dicha hay un atajo para llegar a Sabanillas en dos toques.  Oigo la risa malvada de Bocinante en el fondo.  Y bueno, nos fuimos por el atajo.  Siempre es lindo conocer nuevas rutas, y de por si más de uno estaba preocupado porque ya casi llegamos a Parrita y no eran ni las 9 de la mañana.

Para estar seguros, paramos cada vez que vimos a un ser humano en el camino, interrogándolo sobre rutas.  En lo personal, como experto en el tema de perderse, yo sabía que lo último que se debe hacer es preguntarle a la temible gente de la zona, por lo general no saben ni dónde viven, y mucho menos saben dar direcciones.  Pero les gusta adivinar.  Siempre es la misma historia: para llegar de A a B, la gente en A sabe exactamente cómo llegar a B, terminan dando 40 direcciones diferentes, más o menos coherentes, y al final dicen que hay que bajar hasta el río y ahí preguntas a alguien.  Conforme uno se acerca a B, la gente se vuelve más y más escéptica, inventan rutas cada vez más sospechosas, hasta que uno se encuentra rodeado de cuestas inmundas, ahí te dicen que no no y no, estás perdido, hay que devolverse a A, esa es la única manera de llegar a B. 

Y eso fue lo que nos pasó, así fue cómo terminamos en Bajo Calvo, donde nos decían que para llegar a Sabanillas hay que volver a subir por esa pared que acaban de bajar, irse por la carretera hasta Acosta y luego subir la cuestota de 13 km, pero que de hecho era más fácil irse por el otro lado hasta Puriscal y de ahí bajar hasta Parrita.  Bocinante morada de la risa.  Ahí mismo, en Bajo Calvo, se produjo otro motín, yo estaba bailando solito por el pueblo porque pensé que íbamos a ir a Puriscal (donde hay buenos chicharrones), y en eso veo que están subiendo las cletas a un pick-up.  El chofer, un caballero que a esa hora ya tenia varios ml de alcohol por cada litro de sangre o vice versa, fue a buscar sus zapatos en la choza y vámonos.  A los 200 m hace la primera parada técnica en un bar, se toma dos birras para el calor y vámonos otra vez.  En Acosta, la misma historia, y ya que la quinta es la vencida, se toma otra subiendo hacia Sabanillas.  Afortunadamente alcanzamos al Doc antes de pasar por otro bar, porque ya había entrado en una fase amorosa, y le estaba galanteando a Orozco, diciéndole que qué piernotas y no sé qué más.

Esa es la historia oficial, la que el gobierno quiere que contamos, pero en realidad, lo que pasó fue que nos abdujo un extraterrestre y debido a un pequeño error de navegación nos dejó en Sabanillas, y esa es la única razón por la cual no subimos la cuestita esa.   

En fin, ya reunidos, seguimos por el camino conocido, sin sorpresas, sin atajos, hasta llegar a Parrita.  Como siempre, los últimos 20 km de planos y columpios terminaron de cansar a más de uno, y de producir una importante necesidad de maltas.  Pero llegamos todos, cansados pero felices con 100 km en las piernas, y hasta la prox. aventura ciclística.