Distancia: 61 km
Tiempo: 3:45 horas
Promedio: 16.3 km/h
A veces no hay ganas de levantarse para ir a andar en bici, y este fue el caso a las 5 am el domingo 6 de junio del 2010. No sé si fue la lluvia la que me despertó o si fue el dolor de piernas que no me dejó dormir más, de todos modos tuve una pereza increíble y la única razón por la que me levanté fue para buscar excusas para no salir. Lamentablemente, ya me había comprometido a ir a Cartago, donde René y el temerario vaquiano Don Jorge habían preparado un ride exploratorio del cual nada se sabía excepto que el punto más alto se encontraba a unos 2800 msnm.
Entonces, para eximirme de toda responsabilidad, llamo a Juanpa para que él diga que el clima esta muy feo, que no se puede salir así, jamás. No obstante, el muy huevón dice, entusiasmado, que parece que no está lloviendo por el lado de Cartago. Obvio que no le voy a decir que estoy hecho pistola por el ridecito del día anterior (Heredia - Parrita), uno tiene que cuidar su honor y su buen nombre que, aunque cuesta pronunciarlo, indica cierta herencia vikinga. No creo que Erik Hacha Sangrienta o Harald el Despiadado se quedaron en la casa cada vez que llovía, y seguro que Leiv Eriksson no hubiera llegado a América si tuviera que descansar una semana por cada día de viaje. Así que salimos, rumbo a las montañas de Cartago, listos para explorarlas y posiblemente fundar un asentamiento vikingo.
Unos 15 minutos antes de llegar a las costas cartaginesas recibimos una llamada de una pobre monga, dió a entender que tenía miedo de nuestros superpoderes; dijo que estaba lloviendo y que tenía un tos terrible, por lo que no no le parecía un buen día para ser víctima de vikingueadas.
Obviamente seguimos hasta Cartago, había que ver si era cierto lo que decía la monga o si eran puras excusas, y efectivamente estaba lloviendo como sólo puede llover en Cartago. Entonces decidimos mejor ir a Acosta, y buscar una ruta de ahí a Puriscal, pasando por donde nos habíamos perdido el día anterior.
Esta ruta, pasando por Bajo Calvo y Toledo, resultó ser una verdadera maravilla. De Acosta a Bajo Calvo es casi que pura bajada, luego columpios hasta Toledo y más bajada hasta llegar a un puente en mal estado, algo insólito en este país. Ahí sí que empieza la diversión; del otro lado del puente hay un downhill, que lamentablemente es un uphill cuando hay que subirlo, nosotros optamos por la "calle", una cuesta de unos 5 km de tierra y piedra suelta, ahi no hay nada excepto bosque y un calor infernal, muy lindo si uno sobrevive la tortura.
Finalmente llegamos a la civilización, reconocible por su barcito y por su mejenga, y disfrutamos plenamente las dos cosas. Los mejores futbolistas del gran pueblo de Pozos jugaba contra los hombres de un pueblo vecino de igual importancia, no se sabe quién ganó el partido, pero sabemos que el señor cantinero tuvo uno de sus mejores días en mucho tiempo.
La siguiente parada técnica la hicimos en Puriscal, en el chinchorro que queda detrás del mercado. El plan original era pasar por la carnicería Texas y comprar unos kilos de chicharrones, en parte porque los chicharrones son la parte más importante de la dieta de cualquier ciclista, pero sobre todo era para vengarnos del chancho chingo, que tanto nos ha jodido. Tristemente, la carnicería estaba cerrada, al igual que Popo's y todas las demás carnicerías de Puriscal. Chancho Chingo 1 - Sabadomasoquistas 0. Terminamos el ride en Ciudad Colón, cansados pero felices con 61 km en las piernas, y hasta la prox. aventura ciclística.
Entonces, para eximirme de toda responsabilidad, llamo a Juanpa para que él diga que el clima esta muy feo, que no se puede salir así, jamás. No obstante, el muy huevón dice, entusiasmado, que parece que no está lloviendo por el lado de Cartago. Obvio que no le voy a decir que estoy hecho pistola por el ridecito del día anterior (Heredia - Parrita), uno tiene que cuidar su honor y su buen nombre que, aunque cuesta pronunciarlo, indica cierta herencia vikinga. No creo que Erik Hacha Sangrienta o Harald el Despiadado se quedaron en la casa cada vez que llovía, y seguro que Leiv Eriksson no hubiera llegado a América si tuviera que descansar una semana por cada día de viaje. Así que salimos, rumbo a las montañas de Cartago, listos para explorarlas y posiblemente fundar un asentamiento vikingo.
Unos 15 minutos antes de llegar a las costas cartaginesas recibimos una llamada de una pobre monga, dió a entender que tenía miedo de nuestros superpoderes; dijo que estaba lloviendo y que tenía un tos terrible, por lo que no no le parecía un buen día para ser víctima de vikingueadas.
Obviamente seguimos hasta Cartago, había que ver si era cierto lo que decía la monga o si eran puras excusas, y efectivamente estaba lloviendo como sólo puede llover en Cartago. Entonces decidimos mejor ir a Acosta, y buscar una ruta de ahí a Puriscal, pasando por donde nos habíamos perdido el día anterior.
Esta ruta, pasando por Bajo Calvo y Toledo, resultó ser una verdadera maravilla. De Acosta a Bajo Calvo es casi que pura bajada, luego columpios hasta Toledo y más bajada hasta llegar a un puente en mal estado, algo insólito en este país. Ahí sí que empieza la diversión; del otro lado del puente hay un downhill, que lamentablemente es un uphill cuando hay que subirlo, nosotros optamos por la "calle", una cuesta de unos 5 km de tierra y piedra suelta, ahi no hay nada excepto bosque y un calor infernal, muy lindo si uno sobrevive la tortura.
Finalmente llegamos a la civilización, reconocible por su barcito y por su mejenga, y disfrutamos plenamente las dos cosas. Los mejores futbolistas del gran pueblo de Pozos jugaba contra los hombres de un pueblo vecino de igual importancia, no se sabe quién ganó el partido, pero sabemos que el señor cantinero tuvo uno de sus mejores días en mucho tiempo.
La siguiente parada técnica la hicimos en Puriscal, en el chinchorro que queda detrás del mercado. El plan original era pasar por la carnicería Texas y comprar unos kilos de chicharrones, en parte porque los chicharrones son la parte más importante de la dieta de cualquier ciclista, pero sobre todo era para vengarnos del chancho chingo, que tanto nos ha jodido. Tristemente, la carnicería estaba cerrada, al igual que Popo's y todas las demás carnicerías de Puriscal. Chancho Chingo 1 - Sabadomasoquistas 0. Terminamos el ride en Ciudad Colón, cansados pero felices con 61 km en las piernas, y hasta la prox. aventura ciclística.