Crónica de los lunes, redactada por nuestra Santa Teresa de la zona; Ale
Nunca creímos encontrar a tantos cleteros dispuestos a cualquier desgracia, por motivos climáticos; el día ameneció con amenazas de lluvia, sin embargo llegamos: Johnny (negro), Svein, Juanpa, Alfonso, Eloy, Mayo, Oscar, doc Abellán, Orozco, Pepe, Martín, Diego, Claudio, Mena y como siempre yo.
Como el grupo se ha caracterizado por ser demasiado democrático, todos quieren hacer un ride a su conveniencia personal por motivos de trabajo, tiempo, miedo a los km, bajos de forma, etc, pero no hay tal, la mayoría manda y se decidió jalar para Atenas.
Y a volar pedal se ha dicho, sin ninguna novedad hasta Ciruelas, aquí el negro sufre una estalladura de leomático, nadie le dió pelota, todos siguieron a sabiendas de que el negro como buen veterano se las podia arreglar solo, se sabe el camino de memoria y es un excelente cambia leomáticos, entonces no había de que preocuparse.
Llegamos a Turrúcares, 1 parada oficial para la respectiva compra de frutas y saborear los olores de los chicharrones, aprovechamos para esperar al negro, ya reunidos y embananados, continuamos menos uno; Diego aborta por motivos de tiempo. Los demás llegamos al -temido por muchos- paso por el puente ferroviario de Río Grande. Aquí a más de uno se le frunce el asterísco, con toda la razón, hay que caminar con la cleta por una vieja acera de escasos 50 cm de ancho con algunos pedazos menos, infunde temor para los que padecen de vértigo. Por dicha que el mentado asterísco no tiene dientes, porque si lo tuviera, más de uno habría llegado al otro lado con sendos huecos en la parte baja de la pantaloneta.
Después de semejante odiseá, llegamos a la estación abandonada y ahora convertida en museo de última categoría, aquí fotos para los coleccionistas, seguimos y el progreso no se hizo esperar; lo que antes era un camino vecinal, ahora es toda una autopista que tuvimos que atravezar. Ya en Río Grande viene lo bueno, un ascenso técnico, largo, aquí cada uno a su ritmo hasta llegar al final de la cuesta. Aquí abortan Mena y Orozco por motivos de tiempo y el pura tuza de Pepe por motivos de pendejera, de todas maneras -dicen las malas lenguas- siempre se le cayó el culo en San Antonio, estuvo a punto de volverse a desmayar.
Ya en Atenas, no se hizo esperar la ida al mercado, empanadas de queso, papa, frijoles, cocas, power, birras....etc, las que esta vez iban y venian fueron las hembritas, de todos los tamaños y tallas...que bárbaras más sabrosas.
En este punto, se dieron amagos de amotinamiento; Svein decía que eran las 10 am, muy temprano para devolvernos y que solo 35km habiamos hecho, que a él le habían prometido un ride de 90km y entonces que fueramos a Zaragoza de Palmares para salir por recovecos a Alajuela... Oigan, a todos sin excepción se les paró el pelo, hubo caras de asombro con toda la razón, empezaron los dimes y diretes, felizmente terminaron con una decisión salomónica, devolvernos por asfalto para subir aquella cuestilla de la represa hasta la Garita.
Ibamos en eso cuando, bajando Río Grande, Oscar sufre un estallonazo de leomático, nadie le dió pelota excepto la madre Teresa del ciclismo o sea yo, cambiamos 3 leomáticos y ninguno servía, no quedó más que ponerse a pegar parches.
Mientras esto sucedía, no sé qué pasó en la punta del pelotón, cuando llegamos Oscar y yo al final de la cuestilla esa de la Garita, estaban todos menos Juanpa y el doc Abellán, parece que siguieron directo para donde no sé, nosotros seguimos el plan trazado hasta llegar de nuevo a Turrúcares, no sin antes hacer algunos cambios de ruta.
La lluvia se hizo presente de Ciruelas hasta el Roble, un aguacero específicamente solo para nosotros, me imagino alguna maldición del Negro por no haberlo esperado cuando se estalló.
Ya la historia estaba escrita, llegando a Heredia mojados y cansados, pero felices, con 80 km en las piernas. Como al noruego le faltaron 10 km se puso a darle vueltas a la manzana para completar los 90km ofrecidos. Y hasta la próx aventura ciclística.