martes, 13 de marzo de 2012

Ride del Chancho Trastornado: Endurance Sarapiquí



El domingo 11 de marzo de 2012, yo salí a dar una vuelta en bici, aunque quedarse en la casa tomando cervecitas era una opción viable.  Ir a la playa era otra.  Ir a la casa de alguien y comer gratis, otra posibilidad perfectamente buena.  Pero no; los domingos hay que salir en bici para desestresarse, y punto.  Ahora, pregúnteme si fue un paseito relajante, o pregúntele a cualquier otro de los 303 que aparecen en la lista de resultados, y vas a ver un adulto lloriqueando como un bebé.

Yo solo puedo relatar mis propias experiencias, pero sé que muchos la pasaron peor que yo.  Viendo los resultados, varios pasaron alrededor de siete horas disfrutando, y 24 aparecen junto al temido acrónimo DNF, mientras, si no me equivoco, solo 10 personas se retiraron durante el primer día de la Ruta de los Conquistadores el año pasado.  Aunque el ridecito de Jaco a Sta. Ana tiene el doble de kilometraje y 5 veces más ascenso, también es cierto que este noruego llegó considerablemente más hecho pistola a la meta en Sarapiquí que a Sta. Ana hace dos años. 

El Chancho se vistió de ninja ese día.
¿Cómo estuvo, entonces?  Pues, desde el punto de vista puramente masoquista, estuvo bonito.  Todo bien en la salida; puntual y sin despiche.  Primero fueron 6.5 kms de asfalto, ahí se pudo observar el primer accidente, no sé qué pasó pero unos tres o cuatro ciclistas decidieron inspeccionar la vegetación a la par de la calle.  Logré quedarme con el primer grupo sin gastar demasiada energía, ya entrando la parte del pedregal iba tranquilito en las bajadas y poniéndole un poco más en las cuestas para avanzar.  Iba en ese plan hasta toparme con los compas que salieron con Master A más o menos por el km 20, ahí me di cuenta que probablemente sería bueno bajar el ritmo un toque para evitar toparme con el Chancho más adelante.  Sin embargo, como uno es un ser humano y por ende muy bruto, el hecho de alcanzar a los compas me hizo pensar que estaba invencible, y más bien terminé dándole más duro.  

El barreal estuvo mucho, pero muchísimo peor que cuando hicimos el reconocimiento hace dos semanas, por lo que se requería más esfuerzo para transportar el organismo hacia adelante.  La famosa leyenda sabadomasoquista - "esto ya lo hemos hecho antes" - se podría aplicar, con los mismos resultados horripilantes de siempre.  Hace dos semanas, hubo barro desde el km 20 hasta el 30 aproximadamente, y era un barro diluido que secaba la cadena.  Ahora hubo barro más o menos constante desde el km 10 hasta el 55, y era del tipo pesado, pegajoso y jabonoso que mata cadenas, pasadores y ciclistas.  Para rematar, había optado por poner llantas Maxxis Aspen, los cuales son buenísimos en lastre y asfalto ya que casi no tienen tacos.  Los había usado en el reconocimiento, y a pesar de llevarme un par de sustos, llegué a la conclusión de que eran buenas para los caminos de tierra y que eso compensaba por su poco agarre en las partes de barro y piedras.  Pésima decisión, pero pesimísima.  En cada centímetro de esa parte de la compe estuve a punto de caerme, y en las bajadas más técnicas me salvé de milagro dos veces.  Con llantas que no agarran y no frenan, bajar semejante monstruosidad con piedra suelta cubierta de barro resbaloso es una terrible idea.  De repente me encontré en una zanja, bajando con una velocidad incontrolable,  rumbo hacía una piedra gigantesca con cara de mala gente, con piedra suelta por los dos lados imposibilitando el escape.

Intenté frenar, con el resultado de que la bici empezó a bailar, pero sin bajar la velocidad.  No me quedó otra opción que soltar los frenos y gritar "¡Chancho lindo, precioso, Chancho chis chis!", lo cual pareció funcionar de lo más lindo, salí volando de aquella piedra y aterricé prácticamente al revés, controlar la bici era tan fácil como controlar a un dóberman que se dió cuenta que el gato está violando su juguete favorito encima de una chuleta.  

De alguna manera llegué vivo hasta el río, donde el agua finalmente me frenó y puso fin a semejante barbaridad.  En la siguiente bajada sabía lo que me esperaba, pero misteriosamente terminé haciendo exactamente lo mismo.  No obstante, llegué invicto e ileso hasta el km 45, donde cromé en una bajadita que a primera vista no parecía tener malas intenciones.  Las llantas se fueron para el lado menos deseable, y yo me fui de culo, literalmente; aterricé con el trasero como primer punto de impacto.  Yo creo que eso es imposible en teoría; normalmente es una rodilla, una cadera, la jupa o una mano la que se lleva el primer golpe, pero esta vez la nalga se saltó la fila.

La buena noticia es que eso le da cierta simetría a mis cicatrices, se veía muy raro tener una parte ilesa ahí en el puro centro del organismo.  En fin, no sufrí graves lesiones físicas, pero el orgullo quedó acribillado.  Por supuesto que los únicos dos espectadores que había en los 65 km de la carrera estaban ahí mismo, a cinco metros de donde cromé.  Ahí estaban, disfrutando de la lluvia y probablemente invocando al Chancho.  Un domingo que parecía perfecto para ir a la playa, quedarse en la casa tomando cervecitas o comer gratis en la casa de un amigo, en fin, cualquier cosa menos estar horas y horas a la par de una calle de barro en el culo del mundo, viendo pasar hombres gruñones, mugres y enlicrados bajo la lluvia.  La gente sí que está mal de la jupa.

Por cierto, esta linda pareja me informó, sin que yo preguntara, de que el líder ya había pasado hace dos horas.  Según la RAE, hay un término que describe a "gente que observa caidas y provee información poco motivadora durante carreras de ciclismo", y ese término es "carepichas".

El resto de la carrera, más de la misma mierda.  Barro, cuestas, lluvia y calambres.  Desde el km 30 no me podía bajar de la bici, porque me dieron calambres horrorosas apenas puse un pie en el suelo.  Entonces tuve que subir montado algunas cuestas donde realmente hubiera preferido caminar, y las veces que no había forma, tuve que subir caminando como el cangrejo; de lado, pero más despacio y mucho menos ágil.

De alguna manera logré llegar hasta la última parte de asfalto, cuando faltaban 6 km vi que tenía un ciclista adelante como a los 300 metros, y otro atrás a los 200 metros.  Nada de descanso entonces, había que ponerle para que el de atrás no me alcanzara, y ojala alcanzar al que iba adelante.  Cuando llegué al cruce, a un kilómetro de la meta, de repente sentí que las dos piernas se acalambraron por todo lado, yo creo que hasta lo escuché cuando pasó; el crujir y rechinar de todos los múscolos al mismo tiempo.  Tal vez era mi imaginación, pero lo que sí es cierto es que todo el pueblo de Sarapiqui escuchó mis gritos.

Estuvo interesante; me quedé congelado, no podía mover ninguna de las piernas, por dicha llevé buen impulso, si no me hubiera caído como un bástago en medio cruce.  Con las manos iba masajeando los muslos y empujando las piernas para abajo para así seguir pedaleando lo suficiente como para no caerme.  Temía que iba a terminar en el carro escoba faltando un kilómetro de asfalto plano para llegar a la meta, ya que tampoco podía caminar, ni siquiera sacar los pies de los pedales.

Poco a poco las piernas volvieron a su estado anterior, que igual era deplorable, y pude pedalear en 1:1 sin llorar mucho.  El que iba adelante ya había desaparecido, pero el que venía atrás se había acercado más de lo que me parece socialmente aceptable en este tipo de situaciones.  Tuve que ponerle para evitar la humillación, aunque las piernas amenazaban con ir a huelga general por tiempo indefinido.  El gps me decía que faltaban 500 metros, 443 metros, 392 metros etc. para la meta.  Mientras tanto, mi némesis estaba a 97 metros, 64 metros, 41 metros de alcanzarme.  Cuando llegué al parque, hubiera podido escucharlo respirar si no fuera por los quejidos de la cadena de mi pobre, pobre bicicleta.  Estaba excesivamente feliz por haber llegado a la meta, cuando me di cuenta que había que dar una vuelta por el parque para llegar.  Carepichas, pero en el segundo sentido de la palabra; "gente que agrega un desvío de 200 m al final de una competencia de ciclismo".

Casi me bajo de la bici y me siento a lloriquear y a esperar el carro escoba, pero las ganas de tomarme una cervecita bien fría me motivaron para seguir.  Esa cuesta al final, de 50 metros y con 1% de inclinación, para mí fue la más monstruosa de toda la compe, y una de las peores de mi vida.  Llegué a la meta, antitos de mi némesis, me bajé de la cleta e inmediatamente sentí los calambres otra vez.

Eran tan fuertes que los animales de Sarapiquí se asustaron, como antes de un terremoto, se fue la luz durante unos segundos en tres casas que quedan a la par de la iglesia, y según una señora de apellido Barrantes, de 87 años, en su casa se le cayó un florero que una vecina le había comprado cuando fue de vacaciones a Acapulco hace 40 años.  Por dicha no le pasó nada al florero, nada más se regó.

Ahí me tuve que quedar unos cinco minutos, al frente del super, sin poder caminar los veinte metros para comprarme una cervecita.  Desde ahi pude ver la refri cervecística y todo su contenido a través de las puertas de vidrio.  Y eso fue básicamente lo que hice durante esos cinco minutos, observar la refri.  Cuando finalmente logré entrar, caminando como viejito, pero caminando, me di cuenta que no era el primer ciclista en tener la buenísima idea de restituir el organismo con extracto de maltas.  Para encontrar la refri con birras, simplemente se seguía el trillo de barro en el piso (llevé una muestra del barro y le hice una prueba de ADN aquí en la casa, y pude comprobar que es el mísmo tipo de barro que se encontraba durante la carrera), el resto del super estaba impecable.

Si alguien se pregunta cuál es el punto de pagar 12 rojos, perderse una buena fiesta el sábado y otra el domingo, sufrir dolores inhumanos y caidas aparatosas, deshidratarse y quedar hecho mierda media semana después, todo para llegar de número treinta y resto en la categoría open, la respuesta es, siempre ha sido y siempre será, que lo que se siente mandarse una cerveza bien fría después de semejante locura, es algo que simplemente no se puede experimentar de ninguna otra manera.

Espero que disfruten las fotos más de lo que los modelos estaban disfrutando  la vida en ese momento, y les tengo un par de retos.  Primero: decidir cuál de los ciclistas que salen en las fotos tiene la mejor cara de tostado.  Segundo: encontrar el chancho que puse en una de las fotos.  Las respuestas se reciben aquí mismo; deje un comentario, el ganador se lleva un viaje a Europa para cincuenta personas con sus respectivas mascotas, todo incluido*. 

*aplican restricciones bastante serias

12 comentarios:

  1. Este blog sobre el endurance ha sido lo mas divertido q he leido en unos 200 años ! buenisimo, espero el post de la proxima en sn marcos de tarrazu!

    ResponderEliminar
  2. x cierto no vi el pinche chanchin en ninguna de las fotos -.- jajaja

    ResponderEliminar
  3. MAe tengo como unas 4 horas de reirme, y no paro ja ja ja esta dema bueno ese relato,

    ResponderEliminar
  4. dos situaciones muy reales:
    1-el tipico calambre justo antes de llegar y se le hace eterno a uno llegar ja,ja
    2-que bueno me imaginaba al compa viendo para el Super contemplando lo que acertadamente llamo "refri cervecistica"

    ResponderEliminar
  5. Bueno yo tuve la intención de ir, pero a lo ultimo no pude, pero leyendo el comentario del amigo SVEIN estuvo ruda, no me imagino como me hubiera ido a mi, y lo de la nevera hasta ganas me dio de estar allá para alcanzarle la birrita ja ja.

    ResponderEliminar
  6. a mi todavia me duele todo jajaja y con ese relato asi deben haber muchos buenisimo el blog.

    ResponderEliminar
  7. francisco sanchez, master E14 de marzo de 2012, 11:36

    Nunca habia tenido el placer de leer una cronica, tan real de una competencia. Mi amigo lo que usted describe ahi, nos paso al 90% de los que hicimos esa , como puedo llamarla, no se estupides, etc, pero al final, le queda a uno la satisfacion del deber concluido. Y ustedes que estan jovenes, usted se imagina un viejillo de 52 años en esas, pero como dijo nuestro querido expresidente YA PASAMOS POR DONDE ASUSTAN..., espero que si. EXCELENTE RELATO.

    ResponderEliminar
  8. Muy buenooooo!!! los felicito bastante a todos ustedes los ciclistas.. por su duro trabajo y entrenamiento. Y yo!!!!! si encontré el chancho!!!!!!!!!! oingggggg :) att: La Novio de Patas

    ResponderEliminar
  9. esteban fonseca, master A15 de marzo de 2012, 20:18

    Saludos , excelente descripcion de la autoflagelacion de la que fuimos victimas!! digna de una cronica como esta!!

    ResponderEliminar
  10. Donde puedo ver los resultados de la Categoría recreativo de la Endurance de Sarapiqui?????

    ResponderEliminar
  11. Que buena cronica, no he parado de reir!! me alivia saber que no fui el único que las pasó literalmente negras en Sarapiquí, definitivamente estamos mal de la jupa porque nos sometemos a semejante tortura y además pagamos por ello... felicitaciones tenes un nuevo seguidor, esperaré la de San Marcos de Tarrazú con ansias. Saludos!

    ResponderEliminar
  12. Exelente el relato. Yo todavia estoy pagando las consecuencias de esa ruta. Crucé la meta(en realidad pasé por la acera) como 6 horas despues de la salida, intentando caminar con 9 puntadas en la rodilla y 3 en el brazo. Sufri una caida que no le deseo a nadie. Agradezco a los que me juntaron y me ayudaron a orillarme, a los que mandaron la ambulancia, a la muchacha que se llevo mi bici en un pick up, la doctora que me atendió, y otro poco de gente. En la clinica de sarapiquí habian otros cristianos que requerian atencion, el mismo organizador estaba aguevado de la cantidad de gente accidentada. Ahora espero recuperarme pronto, ya llevo 15 dias incapacitado, para luego volver a la bici, muchos dicen que estoy loco... todos los que estamos metidos en esto creo que lo estamos un poco

    ResponderEliminar