Conquista del Maquenque + i/v Chiles - Veracruz: 92 km
Fuimos Christian, Esteban, Roberto, Kenneth y este noruego a conquistar el Maquenque. Como buen ciudadano llegué prácticamente a tiempo, a pesar de haber dormido mal por un pleito entre unos huéspedes en el hotel; el clásico del mae borracho y la doña histérica ("yo tomo guaro... porque soy HOMBRE!").
En fin, ya habían llegado los otros chiquitos, estaban armando las bicicletas. Aparentemente habían desarmado hasta el piñon para poder llevar todo, asi que terminamos saliendo un poquito más tarde que el resto de la pelota, como a las 9:00.
Después de unos 10-15 minutos vimos las espaldas de la retaguardia, y pensé que con eso nos ibamos a conformar, tal vez podríamos rayar uno que otro lesionado pero siempre yendo al suave, asi que saqué la cámara y tomé un par de fotos, como lo haría todo buen turista. Cuando guardé la cámara vi que Roberto y Kenneth estaban en el horizonte, apenas visibles, Roberto en posición aerodinámica y las piernas de Kenneth como una batidora; parecía un muppet drogado. Tuve que darle lo más duro que pude unos 10 minutos para alcanzarlos, y con lo que me quedó de aire traté de sugerir un ritmo más suave, ya que estabamos perdiendo a dos soldados ahi atrás, y el mensajero tampoco estaba en la mejor posible de condiciones. Kenneth me volvió a ver con cara de loco y me explicó que tenía un pique con un mae más adelante. Hasta ahi llegó el concepto de paseito en grupo; por supuesto que había que perseguir a ese desconocido, y así fue cómo perdimos a dos valientes.
En fin, durante los próximos 40 km andaba persiguiendo a Kenneth, a cada rato desaparecía, en los puestos de asistencia yo paraba para tomar un poco de agua y comer - o por lo menos oler una fruta- y de repente se veía una nube gris a los 600 metros. Un par de ciclistas bloqueando el paso por un par de minutos, y ya estaba a un kilómetro y yo tenía que darle durísimo para alcanzarlo. Una parada técnica en el río para quitar el barro de la cleta, y ahí la batidora subiendo la cuesta, pateando una pobre señora para que se quitara del camino y escupiendole la cara a una niña de 3 años con los brazos enyesados porque no le estaba aplaudiendo con suficientes ganas.
A Roberto lo perdimos después de unos 30 km, aparentemente se le estalló una llanta en algún momento (por dicha no nos dimos cuenta, seguro que Kenneth lo hubiera ejecutado para evitar atrasos), y al piquero que desató toda la furia aparentemente lo pasamos antitos del segundo puesto de asistencia. A mi no me queda claro quién fue, ni si él sabía que hubo pique. Tampoco estoy completamente convencido de que el hombre realmente existió.
Ya en el último puesto de asistencia finalmente descansó un poquito el señor Kenneth, y me dió la impresión de que estaba medio harto de cletear, pero a estas alturas ya no hubo misericordia, sobre todo si él llevaba 50 km tratando de matar a un pobre e inocente noruego. Sabiendo que me esperaba no una, sino varias cervecitas bien frías apenas llegara a la meta, subí las últimas cuestas como si fueran bajadas, y en los planos era como si anduviera en moto. Bueno, así lo interpreto yo, muy humildemente. La mejor noticia del día fue que llegamos justo antes del baldazo; el barro rojo que para mí era lo más sabroso del ride - bastante seco y duro para mantener una buena velocidad, pero lo suficientemente húmedo para tener buen agarre - aparentemente se convirtió en arena movediza con la primera gota de lluvia; los que llegaron más tarde parecian unos Golem bien agüevados, y ni hablar de las cletas.
Nosotros duramos unas 3:10 horas conquistando al Maquenque; la ruta estuvo muy plana, a mi en general me divierte más cuando hay muchas cuestas y algunas bajadas para que no sea monótono. También hubo mucha piedra, lo que cansa mucho, sobre todo en los brazos y la espalda. Las partes onduladas y con barro estuvieron excelentes, y la organización impecable desde todo punto de vista. Quiero destacar la iniciativa de vender birras en la meta, eso debería ser obligatorio en toda recreativa.
En fin, ya habían llegado los otros chiquitos, estaban armando las bicicletas. Aparentemente habían desarmado hasta el piñon para poder llevar todo, asi que terminamos saliendo un poquito más tarde que el resto de la pelota, como a las 9:00.
Después de unos 10-15 minutos vimos las espaldas de la retaguardia, y pensé que con eso nos ibamos a conformar, tal vez podríamos rayar uno que otro lesionado pero siempre yendo al suave, asi que saqué la cámara y tomé un par de fotos, como lo haría todo buen turista. Cuando guardé la cámara vi que Roberto y Kenneth estaban en el horizonte, apenas visibles, Roberto en posición aerodinámica y las piernas de Kenneth como una batidora; parecía un muppet drogado. Tuve que darle lo más duro que pude unos 10 minutos para alcanzarlos, y con lo que me quedó de aire traté de sugerir un ritmo más suave, ya que estabamos perdiendo a dos soldados ahi atrás, y el mensajero tampoco estaba en la mejor posible de condiciones. Kenneth me volvió a ver con cara de loco y me explicó que tenía un pique con un mae más adelante. Hasta ahi llegó el concepto de paseito en grupo; por supuesto que había que perseguir a ese desconocido, y así fue cómo perdimos a dos valientes.
En fin, durante los próximos 40 km andaba persiguiendo a Kenneth, a cada rato desaparecía, en los puestos de asistencia yo paraba para tomar un poco de agua y comer - o por lo menos oler una fruta- y de repente se veía una nube gris a los 600 metros. Un par de ciclistas bloqueando el paso por un par de minutos, y ya estaba a un kilómetro y yo tenía que darle durísimo para alcanzarlo. Una parada técnica en el río para quitar el barro de la cleta, y ahí la batidora subiendo la cuesta, pateando una pobre señora para que se quitara del camino y escupiendole la cara a una niña de 3 años con los brazos enyesados porque no le estaba aplaudiendo con suficientes ganas.
A Roberto lo perdimos después de unos 30 km, aparentemente se le estalló una llanta en algún momento (por dicha no nos dimos cuenta, seguro que Kenneth lo hubiera ejecutado para evitar atrasos), y al piquero que desató toda la furia aparentemente lo pasamos antitos del segundo puesto de asistencia. A mi no me queda claro quién fue, ni si él sabía que hubo pique. Tampoco estoy completamente convencido de que el hombre realmente existió.
Ya en el último puesto de asistencia finalmente descansó un poquito el señor Kenneth, y me dió la impresión de que estaba medio harto de cletear, pero a estas alturas ya no hubo misericordia, sobre todo si él llevaba 50 km tratando de matar a un pobre e inocente noruego. Sabiendo que me esperaba no una, sino varias cervecitas bien frías apenas llegara a la meta, subí las últimas cuestas como si fueran bajadas, y en los planos era como si anduviera en moto. Bueno, así lo interpreto yo, muy humildemente. La mejor noticia del día fue que llegamos justo antes del baldazo; el barro rojo que para mí era lo más sabroso del ride - bastante seco y duro para mantener una buena velocidad, pero lo suficientemente húmedo para tener buen agarre - aparentemente se convirtió en arena movediza con la primera gota de lluvia; los que llegaron más tarde parecian unos Golem bien agüevados, y ni hablar de las cletas.
Nosotros duramos unas 3:10 horas conquistando al Maquenque; la ruta estuvo muy plana, a mi en general me divierte más cuando hay muchas cuestas y algunas bajadas para que no sea monótono. También hubo mucha piedra, lo que cansa mucho, sobre todo en los brazos y la espalda. Las partes onduladas y con barro estuvieron excelentes, y la organización impecable desde todo punto de vista. Quiero destacar la iniciativa de vender birras en la meta, eso debería ser obligatorio en toda recreativa.
Excelente la cronica. Vale q sobran los dramaturgos en el grupo. BTW, creo q voy a cerrar ranaencleta porque este le patea el trasero. ;) Entonces digamos q vamos a hacer una especie de falsa fusión para no quedar mal parado.
ResponderEliminarMAE A LO LEGAL SUENA UN POCO EXAGERADO JEJE PERO SI ESTUVI MUY PICHUDA LA CONQUISTA,YO LO DIGO XQ SALI HASTA LOS 2 OJOS DE BARRO
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