Después de cuatro días en el hospital, Bocinante estaba lista otra vez para hacer un poco de ejercicio leve. Le habían hecho un trasplante de pastillas de freno, infusión de liquido de frenos, cambio de balines y drenaje de agua; el día 4 de la Ruta casi la mató, tenía agua en las bocinas y todos los cables estaban errumbrados. Salió el viernes, pero resultó que tanto los frenos como los cambios estaban peor que cuando entró, por lo que tuvo que reingresar.
Salimos de la casa antitos de las 5 a.m, un concepto no muy familiar, yo siempre pensé que era una de esas cosas que la gente inventa para asustar a los niños. La salida en buseta sin demoras significativas, otro concepto casi inaudito en este tipo de rides, y para rematar salimos de San Ramón a una hora decente, no hubo que esperar a que todo el mundo desayunara ni nada.
Según cifras no oficiales eramos más de 120 personas, el ride fue organizado de manera espontánea, voluntaria, corporativa y sin fines de lucro, lo que funcionó de maravilla. El chancho chingo no participó en la organización, seguro estaba de vacaciones después de 4 días en el ciclo con Bocinante.
Después de unos kilómetros, como en la primera cuesta de lastre, me di cuenta que el freno delantero estaba frenando constantemente. Como me había quejado de que no frenaba, se volvieron locos, sólo les faltó encadenarla a una piedra. Igual no tenía mucho poder de freno en las bajadas, supuestamente porque las pastillas están muy nuevas. Traté de hacer unos ajustes de emergencia, pero el proyecto no tuvo éxito, por lo que tuve que terminar el ride frenando en las subidas y sin frenos en las bajadas. Lo peor no era el frenado en si, sino el constante chillido durante todo el recorrido. Le estaba regañando a Bocinante, deje de maullar, le dije, pareces la bici del guachiman, que horror, muestre un poco de clase. Era como ir de viaje seis horas con un chiquito que acaba de aprender a silbar, va a seguir silbando hasta que lo tiras por la ventana del carro.
Pero bueno, quejas aparte, el ride estuvo lindo. Hay que admitir que estuvo más duro de lo imaginado, yo escuché "55 km" y dije pff, pero la verdad es que estuvo duro. Muchas cuestas, terreno difícil con piedra suelta, bajadas técnicas, patacross, barro, frío, neblina, llovizna... Yo diría que este ride, a pesar de sus escasos 55 kilometritos, se sintió más duro que cualquiera de las últimas tres etapas de la Ruta, pero también estuvo más bonito.
Por las condiciones climaticas y del terreno, la mecánica se convirtió en uno de los temas centrales del ride, no vimos quetzales, pero en pocos lugares del país se puede observar tantos ciclistas cambiando llantas, arreglando cadenas y tratando de estrangular a sus cletas en pura desesperación. A Roberto se le reventó la cadena cuatro veces, y a Johnny dos, Bocinante por su lado estaba amenazando con hacer el mismo truco, pero como no quería ver un hombre adulto llorando, decidió no hacerlo. Igual le espera otra visita al hospital un día de estos (y no va a ser el mismo hospital), a ver si alguien esta capaz de corregirle el comportamiento de la señorita.
Al final parece que todos llegamos bastante bien, algunos medio muertos, otros en carro escoba, pero enteritos. Y eso que algunos se mandaron por "El Tubo", un downhill que según los testigos no es broma. El único accidente reportado fue el de Mariel; decepcionada por no haber visto quetzales, decidió salir volando y golpearse la jupa para poder ver pajaritos. Aparte de los pajaritos que se murieron en el golpe, y una rodilla sangrienta, afortunadamente no pasó nada grave.
Finalmente quisiera agradecerle a la cervecería de Costa Rica por darle un final feliz al ride, que sin duda es uno de los clásicos que cualquier ciclista del país esta obligado a hacer por lo menos una vez en su vida.
Salimos de la casa antitos de las 5 a.m, un concepto no muy familiar, yo siempre pensé que era una de esas cosas que la gente inventa para asustar a los niños. La salida en buseta sin demoras significativas, otro concepto casi inaudito en este tipo de rides, y para rematar salimos de San Ramón a una hora decente, no hubo que esperar a que todo el mundo desayunara ni nada.
Según cifras no oficiales eramos más de 120 personas, el ride fue organizado de manera espontánea, voluntaria, corporativa y sin fines de lucro, lo que funcionó de maravilla. El chancho chingo no participó en la organización, seguro estaba de vacaciones después de 4 días en el ciclo con Bocinante.
Después de unos kilómetros, como en la primera cuesta de lastre, me di cuenta que el freno delantero estaba frenando constantemente. Como me había quejado de que no frenaba, se volvieron locos, sólo les faltó encadenarla a una piedra. Igual no tenía mucho poder de freno en las bajadas, supuestamente porque las pastillas están muy nuevas. Traté de hacer unos ajustes de emergencia, pero el proyecto no tuvo éxito, por lo que tuve que terminar el ride frenando en las subidas y sin frenos en las bajadas. Lo peor no era el frenado en si, sino el constante chillido durante todo el recorrido. Le estaba regañando a Bocinante, deje de maullar, le dije, pareces la bici del guachiman, que horror, muestre un poco de clase. Era como ir de viaje seis horas con un chiquito que acaba de aprender a silbar, va a seguir silbando hasta que lo tiras por la ventana del carro.
Pero bueno, quejas aparte, el ride estuvo lindo. Hay que admitir que estuvo más duro de lo imaginado, yo escuché "55 km" y dije pff, pero la verdad es que estuvo duro. Muchas cuestas, terreno difícil con piedra suelta, bajadas técnicas, patacross, barro, frío, neblina, llovizna... Yo diría que este ride, a pesar de sus escasos 55 kilometritos, se sintió más duro que cualquiera de las últimas tres etapas de la Ruta, pero también estuvo más bonito.
Por las condiciones climaticas y del terreno, la mecánica se convirtió en uno de los temas centrales del ride, no vimos quetzales, pero en pocos lugares del país se puede observar tantos ciclistas cambiando llantas, arreglando cadenas y tratando de estrangular a sus cletas en pura desesperación. A Roberto se le reventó la cadena cuatro veces, y a Johnny dos, Bocinante por su lado estaba amenazando con hacer el mismo truco, pero como no quería ver un hombre adulto llorando, decidió no hacerlo. Igual le espera otra visita al hospital un día de estos (y no va a ser el mismo hospital), a ver si alguien esta capaz de corregirle el comportamiento de la señorita.
Al final parece que todos llegamos bastante bien, algunos medio muertos, otros en carro escoba, pero enteritos. Y eso que algunos se mandaron por "El Tubo", un downhill que según los testigos no es broma. El único accidente reportado fue el de Mariel; decepcionada por no haber visto quetzales, decidió salir volando y golpearse la jupa para poder ver pajaritos. Aparte de los pajaritos que se murieron en el golpe, y una rodilla sangrienta, afortunadamente no pasó nada grave.
Finalmente quisiera agradecerle a la cervecería de Costa Rica por darle un final feliz al ride, que sin duda es uno de los clásicos que cualquier ciclista del país esta obligado a hacer por lo menos una vez en su vida.
Mapa, altimetría, Ruta GPS, cortesía de Ebbrenes: