
Por razones de seguridad nacional no puedo divulgar los detalles de la ruta, pero definitivamente pasamos por cafetales y terminamos en Carrizal. Como era un hermoso día, con mucho sol y bastante calor, a las 10 ya hizo falta una cervecita. Entonces decidimos no seguir hasta Upala, y mejor nos metimos en un barcito por El Roble, el Salvatruchas o algo así; tenían un lagito con truchas.
Ya que ninguna esposa estaba esperando a nadie tan temprano, y varios de los deportistas sufrían de grave déficit maltaria, nos quedamos un buen rato para recuperarnos después de semejante barbaridad de ride. Salimos contentos y desequilibrados, pero milagrosamente nadie tuvo accidentes bajando.
Como de costumbre llegamos medio muertos a la casa, aunque ésta vez no fue principalmente por razones ciclísticas. Un rotundo éxito.
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