Como siempre salimos un poco tarde desde el Hiper de Heredia, esta vez rumbo a Grecia. Esta vez habíamos definido la ruta un par de días antes, por lo que varios sabadomasoquistas inventaron excusas para no aparecer. Orozco supuestamente tenía que bretear, Max no quería exponer su Tiernita a los peligros del ciclismo, Kenneth estaba ocupado haciendo un túnel para el 26, Christian tenía que hacer tamales, Roberto estaba ocupado salvando el mundo de un ataque de alienígenas y Esteban tenía que lavar ropa. Johnny ni se molestó en inventar una excusa, suponemos que andaba en Belize repartiendo propaganda subversiva.
Salimos nueve seres humanos para conquistar el mundo, empezando por Grecia. Como todo el trayecto era asfalto, los más tramposos andaban en bici de ruta o con llantas de ruta. No voy a divulgar por dónde nos fuimos, porque la verdad todo eso esta un poco confuso como siempre. Creo que tal vez fuimos por la carretera vieja a Grecia, y de vuelta por San Pedro de Poas. De San Pedro deberíamos habernos ido para el Volcán Poas y probablemente por el Volcán Barva también, pero Ale hizo un berrinche porque quería bajar a Alajuela e irse por San Lorenzo.
En algún momento perdimos al doc Abellan, quien siguió bajando sopladísimo hacia Alajuela en un cruce. Ya habíamos perdido a otro soldado, Mirrey, quien se devolvió cansadísimo a los 5 minutos de la salida. No escuché la excusa, porque estaba siguiendo el drama de la semana; el pique entre Mena y Pepe. Mena quería reventar al pobre Pepe, pero éste no estaba dispuesto a reventar. Igual, el resultado del pique, que duró desde la salida hasta la meta, fue que cuando llegamos a San Lorenzo después de unos 70 km, todavía era muy temprano como para irse a la choza. Además, semejante ejercicio necesariamente produce un grave déficit maltario, por lo que no hubo otra opción que buscar refugio en un barcito y reponer para evitar complicaciones serias. Hasta ahí llevabamos una velocidad promedia de exactamente 20 km/h; después de maltificarnos bajamos el ritmo considerablemente los últimos 5 km, pero llegamos a la casa, cansados y estupidamente felices, y hasta la próxima aventura ciclística.
En algún momento perdimos al doc Abellan, quien siguió bajando sopladísimo hacia Alajuela en un cruce. Ya habíamos perdido a otro soldado, Mirrey, quien se devolvió cansadísimo a los 5 minutos de la salida. No escuché la excusa, porque estaba siguiendo el drama de la semana; el pique entre Mena y Pepe. Mena quería reventar al pobre Pepe, pero éste no estaba dispuesto a reventar. Igual, el resultado del pique, que duró desde la salida hasta la meta, fue que cuando llegamos a San Lorenzo después de unos 70 km, todavía era muy temprano como para irse a la choza. Además, semejante ejercicio necesariamente produce un grave déficit maltario, por lo que no hubo otra opción que buscar refugio en un barcito y reponer para evitar complicaciones serias. Hasta ahí llevabamos una velocidad promedia de exactamente 20 km/h; después de maltificarnos bajamos el ritmo considerablemente los últimos 5 km, pero llegamos a la casa, cansados y estupidamente felices, y hasta la próxima aventura ciclística.
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