Evaluando el ridecito, yo diría que logramos hacer una ruta realmente dura y muy bonita. Los tres primeros días fijo eran, en total, más duros que los tres primeros de conquistadores, aun sin quitar los retos extraciclísticos como el barro de Carara, la cuesta de Rancho Macho y la bajada suicida del Volcán Turrialba (donde el problema no es bajar montado per se, sino los problemas mecánicos y de integridad física que tiende a producir). Tomando en cuenta el peso de las maletas, algunos problemas de navegación y la cantidad de birras como un extra reto que había que superar, me parece que la Ruta de los Sabadomasoquistadores es, oficialmente, la más dura del planeta.
La salida estaba programada para las 6 am, a las 6.40 salimos ocho seres humanos destinados a sabadomasoquistear el mundo. Varios de los apuntados nunca aparecieron, tenían más miedo a la ruta que a la estigma de gallina. Pues salados, se quedaron en la casa viendo Mi Pobre Angelito 1, 2, 3 y 4 mientras los adultos nos divertimos enormemente afuera.
Algunos ya habíamos hecho el ride a Bajos del Toro, fue una experiencia perturbadora que terminó poniendole el nombre a este blog. Aquella vez, en septiembre, terminamos ahi por accidente y casi no salimos, esta vez por lo menos sabíamos a lo que ibamos.
La subida a Varablanca no causó mayor problema, creo que la mayoría ya hemos ido un millón de veces por ahí, lo único fue que una cadena se reventó. La bajada por la catarata y la zona del terremoto, un verdadero placer, lo bueno del sismo fue que el camino quedó perfecto para MTB. Esta en mejores condiciones que hace unos meses, hasta vimos algunos carros, pero sigue siendo una zona de desastre, y se nota.
En Cariblanco nos desviamos hacia la Laguna de Hule, una calle de piedras sueltas y bastante grandes, por lo que se requiere algo de técnica y bastante esfuerzo tanto en las cuestas como en las bajadas. No fuimos hasta la laguna sino que seguimos directo hasta la Colonia, pueden ser unos 10 km de columpios desde Cariblanco. Ahi aprovechamos para hidratarnos y maldecir las piedras, y para el gran deleite de algunos hasta habían cervezas, lo que fue como echarle sangre a una piscina llena de tiburones, salimos soplados hacia los Bajos en búsqueda de más.
De la Unión a los Bajos son un poco menos de 14 km, puro asfalto pero con poco tránsito. Es prácticamente todo subiendo, y las bajadas que hay no están ahi para que uno descanse, sino para tener que volver a subir después. Es algo inaudito, esos 14 kilometritos se hacen eternos. Para rematar, la poca gente que vive por ahi tiene zaguates entrenados específicamente para perseguir ciclistas, quisiera darle una mención especial a uno que salió de la nada (igual que en septiembre), parecía un puercoespín mutante con cara de satanás. Algún día me voy a comprar un tigre para que me acompañe en los rides, ojala se come un par de esos mongolitos que dejan que sus perros andan por todo lado, con el cuento de que "no hace naaada".
Llegamos a Bajos del Toro alrededor de las 2pm, cansados pero felices, justo a tiempo para remaltarnos y almorzar. Nuestro baquiano de la zona, Alejandro, había extorcionado a sus contactos hasta conseguir una excelente casita, luego de dejar las maletas nos fuimos a explorar la vibrante vida nocturna del pueblo. Como ya habíamos ido a uno de los bares, ahora fuimos al otro, donde las bocas eran mediocres y la música ni eso, pero las birras abundaban y los pueblerinos no estaban en el modo de linchar a forasteros esta noche, asi que no hubo razón para quejarse. Salimos de ahi como a las 11 y nos topamos con un frío realmente espectacular, no sé cuantos grados hizo porque el mercurio del termómetro se había congelado, pero estuvo frío, por lo que no quedó otra opción que enterrarse en cobijas e hibernar hasta el día siguiente y la próxima aventura ciclística.
Algunos ya habíamos hecho el ride a Bajos del Toro, fue una experiencia perturbadora que terminó poniendole el nombre a este blog. Aquella vez, en septiembre, terminamos ahi por accidente y casi no salimos, esta vez por lo menos sabíamos a lo que ibamos.
La subida a Varablanca no causó mayor problema, creo que la mayoría ya hemos ido un millón de veces por ahí, lo único fue que una cadena se reventó. La bajada por la catarata y la zona del terremoto, un verdadero placer, lo bueno del sismo fue que el camino quedó perfecto para MTB. Esta en mejores condiciones que hace unos meses, hasta vimos algunos carros, pero sigue siendo una zona de desastre, y se nota.
En Cariblanco nos desviamos hacia la Laguna de Hule, una calle de piedras sueltas y bastante grandes, por lo que se requiere algo de técnica y bastante esfuerzo tanto en las cuestas como en las bajadas. No fuimos hasta la laguna sino que seguimos directo hasta la Colonia, pueden ser unos 10 km de columpios desde Cariblanco. Ahi aprovechamos para hidratarnos y maldecir las piedras, y para el gran deleite de algunos hasta habían cervezas, lo que fue como echarle sangre a una piscina llena de tiburones, salimos soplados hacia los Bajos en búsqueda de más.
De la Unión a los Bajos son un poco menos de 14 km, puro asfalto pero con poco tránsito. Es prácticamente todo subiendo, y las bajadas que hay no están ahi para que uno descanse, sino para tener que volver a subir después. Es algo inaudito, esos 14 kilometritos se hacen eternos. Para rematar, la poca gente que vive por ahi tiene zaguates entrenados específicamente para perseguir ciclistas, quisiera darle una mención especial a uno que salió de la nada (igual que en septiembre), parecía un puercoespín mutante con cara de satanás. Algún día me voy a comprar un tigre para que me acompañe en los rides, ojala se come un par de esos mongolitos que dejan que sus perros andan por todo lado, con el cuento de que "no hace naaada".
Llegamos a Bajos del Toro alrededor de las 2pm, cansados pero felices, justo a tiempo para remaltarnos y almorzar. Nuestro baquiano de la zona, Alejandro, había extorcionado a sus contactos hasta conseguir una excelente casita, luego de dejar las maletas nos fuimos a explorar la vibrante vida nocturna del pueblo. Como ya habíamos ido a uno de los bares, ahora fuimos al otro, donde las bocas eran mediocres y la música ni eso, pero las birras abundaban y los pueblerinos no estaban en el modo de linchar a forasteros esta noche, asi que no hubo razón para quejarse. Salimos de ahi como a las 11 y nos topamos con un frío realmente espectacular, no sé cuantos grados hizo porque el mercurio del termómetro se había congelado, pero estuvo frío, por lo que no quedó otra opción que enterrarse en cobijas e hibernar hasta el día siguiente y la próxima aventura ciclística.
Día 2: Bajos del Toro - Paquera
Distancia: 115.4 km
Pedaleo: 6:52 horas
Promedio: 16.8 km/h
Tiempo total hasta Caldera: 10 horas
Distancia: 115.4 km
Pedaleo: 6:52 horas
Promedio: 16.8 km/h
Tiempo total hasta Caldera: 10 horas
Me desperté porque estaban cortando leña a pocos metros de mi ventana, luego entendí que eso era una especie de premonición; las fuerzas cósmicas me estaban advirtiendo que si salía de Bajos del Toro iba a quedar hecho leña. Pero como todavía estaba medio bruto por el sueño, no percibí la advertencia, y salí de ese pueblo tan curioso a las 8 am, una hora después de lo programado. Por cierto, anoche había hablado con un viejo chamán indígena de la zona, quien me explicó por qué Bajos del Toro se llama así. Aparentemente, los indígenas veían al mundo como un toro, metafóricamente hablando, y los "bajos" era un eufemismo de "trasero", por lo que el nombre significa "el culo del mundo". Pero bueno, salimos recto de ahí, como pedo guardado, los primeros 500 metros no hubo problema. Ahi nos topamos con el primer obstáculo del día, una maravillosa cuesta de unos 6-7 km para subir el Alto Palomo.
Los más sabios de la zona nos habían advertido sobre esa parte, susurraban sobre "la calle nueva", una abherración puesta ahí para castigar a los ciclistas que iban enmaltados desde el día anterior. Se decía que es la cuesta más parada de todo el país, y que es imposible subirla en carro. Cuando llegamos a la calle nueva, nos quedamos sin palabras, la única manera de explicar la existencia de esa calle asfaltada es que el MOPT llegó para asfaltar la calle vieja, pero que era tan empinado que el carro se cayó al precipicio, dejando un rastro de asfalto en el pendiente. Nuestros amigos del MOPT se quedaron maravillados por su propia eficiencia y productividad, y bautizaron el reguero "la calle nueva".
Bocinante, con una maleta atrás y medio dormida todavía, rehusó seguir después de unos 300 m, tuve que bajarme y ayudarla, vergonzosamente, ya que los demás subieron montados, aunque zigzageando. Empujandola tampoco era nada fácil, las fuerzas de la gravedad y del diablo nos querían jalar de vuelta hacia Bajos del Toro. Como decía un chamán sabio que coincidentalmente vivía ahí en la cuesta; si logras salir del culo del toro, salis hecho mierda.
En fin, de alguna manera logramos subir hasta el Alto Palomo, ahi nos quedamos un ratito analizando la vistada y tomando fotos como es obligatorio en la presencia de cualquier vistada. Después siguió la bajada, pero en vez de seguir por asfalto hasta Sarchí, nuestro Baquiano de la zona nos mandó por, si mi memoria no me falla, la bajada de Trojas, aka. la cama del indio. Algo así se llamaba la bajada esa, de tierra con zanjas y piedras, algunos la disfrutaron bastante, otros un toque menos. Bocinante iba con bastante cuidado; tiene malas memorias de bajadas similares. Dora la Exploradora, el avión de Carlos, en algún momento decidió que Carlos debería explorar el vasto espacio exterior, y luego los límites del dolor. Por dicha yo iba detrás, porque con semejante caída fea, sería un horror que nadie estuviera para tomarle la foto.
Cuando llegamos a Sarchí, pasamos a visitar a la familia de Alejandro, nuestro baquiano de la zona, muy amablemente nos dieron frutas y una manguera para limpiar las bicis. Ahí casi perdemos a Pablo, quien quería limpiar cada eslabón de la cadena y cada diente del piñón individualmente. Salimos de ahí a las 11 y resto, Carlos ya estaba preocupado porque habíamos perdido tiempo y nos iba a tocar el sol del mediodía, como si hubieramos llegado al puerto a las 11 si no fuera por la sandía que nos comimos. Eso no fue así.
De Sarchí seguimos por asfalto hasta Grecia, ahí tuvimos el placer de ver un poco de acción policial, un borracho que quería andar en moto pero terminó con un ride gratis cortesía de la Fuerza Pública. Otra vez las fuerzas cósmicas querían mandarme un mensaje, que por qué no me acerco y digo que ando cleteando con cierta goma, mejor me dan ride hasta el Puerto. Pero otra vez no entendí el mensaje, y seguimos hasta Atenas. Y como nos gritó un viejo chamán atenense, en Atenas no hay bajadas, sólo cuestas. Y qué cuestas, y qué cantidad de ellas. Pero llegamos, todavía con algo de ánimo, aunque con apenas cuerantayalgo de km. Seguimos hasta Escobal, puro lastre y la mayoría bajando, ahí perdimos como una hora porque al sr. Solorzano se le estalló la llanta, igual que el día anterior y cualquier otro día que sale en cleta, el problema esta vez fue que el parche no quería pegar. Probablemente se sintió incómodo porque el neumático ya estaba sobrepoblado de parches, pero al final pegó y llegamos a Escobal, donde ibamos a seguir o por la carretera nueva o por la linea de tren hasta Orotina.
Resultó que ya no se podía pasar por la línea de tren, algo de un derrumbe, así que nos fuimos por la carretera nueva. Una bajada deliciosa de unos 4 km por asfalto nuevo, pero sin carros, hasta llegar a un puente, y de ahí era un brinco hasta Orotina. Por dicha no nos dejaron pasar, un par de vecinos del país del norte nos explicaron que ya que estaban construyendo una carretera para que la gente pueda llegar a Orotina sin problema, no se podía pasar por ahí aunque eso es lo que hacen los ciclistas todos los días. Insultos e intentos de vil corrupción, exposiciones racionales del problema, ojos de Bambi, amenazas y hechizos, nada hizo que esos hombres poderosos cambiaran de opinión. Bocinante feliz desde que alguien dijo la palabra "vueltón".
Resultó haber un legítimo atajo por ahí, por lo menos no tuvimos que devolvernos hasta Atenas o San Ramón, con ir hasta San Pablo de Turrubares era suficiente. Estuvo bonito el trayecto; lastre y cuestas. En San Pablo nos dijeron que faltaba un brinco para llegar a Orotina; pura bajada, además. Si algo he aprendido en mi vida, es que cuando un tico dice "pura bajada", es porque no es cierto. Veintialgo kilómetros de columpios después llegamos a Orotina, ya eran las cinco y faltaban más de 40 km para llegar al Puerto. Un señor nos informó, muy amablemente, que lo que faltaba era un brinco y además pura bajada. No quedó más que darle, el plan era ir en fila de indios, cortando viento. A los 30 segundos perdimos el primer indio, luego dos más, quedamos Pablo y yo, esperar ya no era una opción ya que teníamos que llegar al ferry antes de las 7. Cuando llegamos a Caldera antitos de las 6 ya estaba oscuro, al rato apareció Alejandro, sangrando en el tobillo después de haber saludado a un lindo perrito, y Roberto, quien se había perdido en la autopista, algo realmente impresionante. Decidimos mejor hacer el resto en taxi para minimizar el riesgo de atropellos, además ya era hora de tomar una pausa como Dios manda, o sea con algunas cervecitas. Pudimos recuperar la pérdida de maltas vitales ahi en Caldera, luego en el taxi y en el ferry, donde también almorzamos un paquetito de (sabadomasoquista)doritos.
Para cerrar el día con broche de oro, tuvimos que ir 1.5 km por una calle sin luz para llegar al hotelito, la combinación de piedra suelta y superávit de malta fue interesante, y más cuando Pablo se metió en una propiedad que resultó ser no el hotel, sino un criadero de perros asesinos.
Pero llegamos, cansados y felices a las 9 y resto, los noruegos de Bahía Rica nos recibieron con cervecitas y una cena maravillosa, y con eso quedamos noqueados hasta el otro día. Excelente el hotelito, 100% recomendado.
Día 3: Paquera - Playa San Miguel
Distancia: 104.6 km
Pedaleo: 5:49 horas
Promedio: 17.9 km/h
Distancia: 104.6 km
Pedaleo: 5:49 horas
Promedio: 17.9 km/h
El día anterior, el error principal fue salir tarde, por lo que aprendimos de nuestros errores y salimos a las nueve y resto , dos horas después de lo programado. Eso para evitar el horrendo frío que hace en la peninsula de Nicoya en las mañanas y aprovechar el calorcito del mediodía.
De Paquera a Cóbano, 40 km de asfalto, columpios, mantuvimos un promedio de 20 km/h y 30 litros de hidratante por hora. Un tramo sin eventos, excepto el habitual encuentro con la muerte en forma de carros que iban mamados en el carril que no era.
En Montezuma hicimos una parada técnica, las águilas ya estaban gritando tanto que no podíamos oir otra cosa, por lo que lo único responsable fue tomarse una cervecita en la playa. Bien sabrosa, curiosamente. Aunque eso no fue suficiente para callar los gritos por completo, seguimos hasta Cabuya y de ahí a Mal País por una calle que, según el plan, iba a ser más o menos plana, posiblemente con uno que otro columpio. Resultó ser que esos apenas siete kilometritos tenían todas las cuestas del mundo, empinadas y bastante técnicas a veces. Con el tostazón del mediodía, se hizo interesante el asunto, pero por lo que pudimos ver a travéz de la neblina de sangre en los ojos, estuvo bonito por ahí; bosque, ríos, montañas y vistadas en general. Aunque no las pudimos ver, escuchamos las aguilas, bien fuerte.
En Sta. Teresa hicimos otra parada técnica para tratar de alejar estos gritos de los plumíferos, tuvimos la oportunidad de rajar un poco a una pareja de ciclistas que llevaban como 500 metros y ya iban medio muertos. Por eso fue que hicimos la ruta, para rajar.
El camino hasta Manzanillo, lastre, bastante plano, en Manzanillo nos metimos a la playa e hicimos unos kilómetros ahí; excelente, arena dura, rápido, y por supuesto completamente plano. Si hubieramos ido por la calle sería un vueltón, por dicha nadie se lo dijo a Bocinante; ella ya estaba preocupada porque todo parecía indicar que ibamos a llegar con luz de día.
El resto del viaje era columpios de lastre y algunos ríos que había que cruzar, aprovechamos para lavar las cletas, otra vez Pablo se puso a desinfectar hasta los tacos de las llantas; un espectáculo curioso, el mae llevaba el mismo uniforme desde hace tres días, lleno de barro y tan hediondo que los monos se vomitaban y se desmayaban en los árboles, pero ahí estaba a la orilla del río, limpiando la cleta minuciosamente, quitando cada grano de arena, uno por uno.
La última parte sin mayores eventos, un poco cansado eso de darle y darle por los columpios, Pablo espantó a un pobre zopilote, no sabemos si por la hediondez o porque casi lo atropella, luego la tercera parada técnica en Coyote para rajar terriblemente a otro grupo de ciclistas y callar las águilas, llegamos al hotel Arca de Noe en San Miguel a las cuatro y resto, ahi estaba mi esposa esperando con la hielera llena, y maletas que entre otras cosas tenían un uniforme limpio para Pablo, por dicha, porque ya no se podía andar detrás de él.
De Paquera a Cóbano, 40 km de asfalto, columpios, mantuvimos un promedio de 20 km/h y 30 litros de hidratante por hora. Un tramo sin eventos, excepto el habitual encuentro con la muerte en forma de carros que iban mamados en el carril que no era.
En Montezuma hicimos una parada técnica, las águilas ya estaban gritando tanto que no podíamos oir otra cosa, por lo que lo único responsable fue tomarse una cervecita en la playa. Bien sabrosa, curiosamente. Aunque eso no fue suficiente para callar los gritos por completo, seguimos hasta Cabuya y de ahí a Mal País por una calle que, según el plan, iba a ser más o menos plana, posiblemente con uno que otro columpio. Resultó ser que esos apenas siete kilometritos tenían todas las cuestas del mundo, empinadas y bastante técnicas a veces. Con el tostazón del mediodía, se hizo interesante el asunto, pero por lo que pudimos ver a travéz de la neblina de sangre en los ojos, estuvo bonito por ahí; bosque, ríos, montañas y vistadas en general. Aunque no las pudimos ver, escuchamos las aguilas, bien fuerte.
En Sta. Teresa hicimos otra parada técnica para tratar de alejar estos gritos de los plumíferos, tuvimos la oportunidad de rajar un poco a una pareja de ciclistas que llevaban como 500 metros y ya iban medio muertos. Por eso fue que hicimos la ruta, para rajar.
El camino hasta Manzanillo, lastre, bastante plano, en Manzanillo nos metimos a la playa e hicimos unos kilómetros ahí; excelente, arena dura, rápido, y por supuesto completamente plano. Si hubieramos ido por la calle sería un vueltón, por dicha nadie se lo dijo a Bocinante; ella ya estaba preocupada porque todo parecía indicar que ibamos a llegar con luz de día.
El resto del viaje era columpios de lastre y algunos ríos que había que cruzar, aprovechamos para lavar las cletas, otra vez Pablo se puso a desinfectar hasta los tacos de las llantas; un espectáculo curioso, el mae llevaba el mismo uniforme desde hace tres días, lleno de barro y tan hediondo que los monos se vomitaban y se desmayaban en los árboles, pero ahí estaba a la orilla del río, limpiando la cleta minuciosamente, quitando cada grano de arena, uno por uno.
La última parte sin mayores eventos, un poco cansado eso de darle y darle por los columpios, Pablo espantó a un pobre zopilote, no sabemos si por la hediondez o porque casi lo atropella, luego la tercera parada técnica en Coyote para rajar terriblemente a otro grupo de ciclistas y callar las águilas, llegamos al hotel Arca de Noe en San Miguel a las cuatro y resto, ahi estaba mi esposa esperando con la hielera llena, y maletas que entre otras cosas tenían un uniforme limpio para Pablo, por dicha, porque ya no se podía andar detrás de él.
Día 4: Playa San Miguel - Playa Guiones
Distancia: 62.6 km
Pedaleo: 3:10 horas
Promedio: 19.7 km/h
Distancia: 62.6 km
Pedaleo: 3:10 horas
Promedio: 19.7 km/h
Para este último día, Bocinante amaneció gruñona porque pronto se iba a acabar la diversión, y además yo había calculado mal algunas cosas, por lo que sólo quedaban 62 km para llegar a Guiones. Pablo y yo habíamos discutido la posibilidad de seguir hasta Marbella de una vez, pero decidimos mejor dividirlo para poder ir a la playa.
Pasamos primero a la playa de San Miguel, aunque solo para ver si valía la pena volver en otra ocasión. Yo diría que sí, y además la playa sirve para escribir mensajes motivadores, un concepto muy famoso últimamente en la comunidad ciclística del país.
De San Miguel a Punta Islita, terreno conocido, lastre, cuestas, sol y calor. En Punta Islita nos topamos con una leyenda del ciclismo nacional, el sr. Villegas, y su familia. Antes de salir de Heredia había dicho algo sobre cervecitas, pero eso resultó ser un cuento chino, por lo que lo dejamos ahí y seguimos hasta Sámara (más terreno conocido, lastre, cuestas, sol y calor.) Ahí sí hubo parada técnica, en una pulpe donde habían tres señores que nos llevaban una considerable ventaja en términos cervecísticos. Uno de ellos, muy amablemente, quiso discutir el concepto de ciclismo, o eso creo, porque no entendí ni una palabra. No obstante, hay que destacar la hospitalidad de la gente de la zona.
De Sámara a Guiones, más de lo mismo; terreno conocido, lastre, cuestas, sol y calor. Ibamos con buen ritmo hacia donde nos estaban llamando las águilas, y aunque la última parte por la calle principal estuvo un poco tediosa, llegamos a tiempo para vaciar la hielera en la playa. Cansados pero felices con 360 km en las piernas, aunque un poco preocupados por no haber llegado a los 400 km.
Pasamos primero a la playa de San Miguel, aunque solo para ver si valía la pena volver en otra ocasión. Yo diría que sí, y además la playa sirve para escribir mensajes motivadores, un concepto muy famoso últimamente en la comunidad ciclística del país.
De San Miguel a Punta Islita, terreno conocido, lastre, cuestas, sol y calor. En Punta Islita nos topamos con una leyenda del ciclismo nacional, el sr. Villegas, y su familia. Antes de salir de Heredia había dicho algo sobre cervecitas, pero eso resultó ser un cuento chino, por lo que lo dejamos ahí y seguimos hasta Sámara (más terreno conocido, lastre, cuestas, sol y calor.) Ahí sí hubo parada técnica, en una pulpe donde habían tres señores que nos llevaban una considerable ventaja en términos cervecísticos. Uno de ellos, muy amablemente, quiso discutir el concepto de ciclismo, o eso creo, porque no entendí ni una palabra. No obstante, hay que destacar la hospitalidad de la gente de la zona.
De Sámara a Guiones, más de lo mismo; terreno conocido, lastre, cuestas, sol y calor. Ibamos con buen ritmo hacia donde nos estaban llamando las águilas, y aunque la última parte por la calle principal estuvo un poco tediosa, llegamos a tiempo para vaciar la hielera en la playa. Cansados pero felices con 360 km en las piernas, aunque un poco preocupados por no haber llegado a los 400 km.
El mensaje inspirador que hizo posible el viaje.
Día 5: Bonus Ride
Guiones - Marbella - Black Sheep Pub
Distancia: 52.5 km
Pedaleo: 3:00 horas
Promedio: 17.4 km/h
Guiones - Marbella - Black Sheep Pub
Distancia: 52.5 km
Pedaleo: 3:00 horas
Promedio: 17.4 km/h
Ya que de todos modos nos ibamos a quedar un día más, mejor aprovechar para rondar los 400 km y de paso ir a la playa de Marbella. De Guiones a Marbella es un brinco, aunque hay cierto calor y algunos columpios que pueden complicar el asunto un poco. Esta bonito el ride, lastre, muy pocos carros, ríos y muchas posibilidades de ir a conocer playas si se quiere. Bocinante quería subir hasta Santa Cruz y devolverse por Avellanas, pero la hielera en la playa tuvo la última palabra.
Después de pasar el día prácticamente solitos en Marbella nos devolvimos por la misma ruta, solo que para cerrar el día, la ruta y el año con broche de oro, subimos hasta el mejor bar de Costa Rica, the Black Sheep pub, en una montaña por Nosara. Aunque la cuesta que hay que subir para llegar es algo descomunal, las cervezas que tienen ahí (y en ningún otro lugar de CR) hicieron que valió la pena. Curiosamente, no recuerdo qué fue lo que hicimos después.
Después de pasar el día prácticamente solitos en Marbella nos devolvimos por la misma ruta, solo que para cerrar el día, la ruta y el año con broche de oro, subimos hasta el mejor bar de Costa Rica, the Black Sheep pub, en una montaña por Nosara. Aunque la cuesta que hay que subir para llegar es algo descomunal, las cervezas que tienen ahí (y en ningún otro lugar de CR) hicieron que valió la pena. Curiosamente, no recuerdo qué fue lo que hicimos después.
Crónica del día 2 de la Ruta de les Sabadomasoconquistadores- Por Carlitosbox
ResponderEliminarEl día anterior, 8 valientes habíamos concluido con éxito y relativa comodidad el nada despreciable ride Heredia-Bajos del Toro. Antes de salir el segundo día perdimos a tres soldados Esteban, Cristian y Kenneth (más conocido como Svencillo por su enorme parecido y idéntico atuendo a famoso Paraguamán) a quienes la novia de Esteban, una verdadera santa, había venido a recoger hasta ahí y dejarnos cobijas para la noche. La cena de carbohidratos se trasformó en una visita a uno de los bares del pueblo, en donde me eché unas 5 birras, una boca de cantonés y unas alitas de pollo frito, es decir, pura proteína. La cena se fue rápido entre bromas, el humo de los 20 cigarros que se fumó Svien y los continuos intentos de que el mae cantara la Macarena en Noruego subido en la barra del chante.
A las seis y quince nos levantamos, alistamos el equipaje y bajamos al pueblo a desayunar y tratar de levantar a Svein. Para completar una buena nutrición me decidí por una empanada de queso que por cierto estuve a punto de ranchar hasta que terminamos la subida al Alto de Palomo.
A eso de las 8:00 am empezamos la salida de los Bajos, realmente hay que tener piernas para comenzar el día con semejante receta. Tras de eso a la mitad del camino Amurillo empezó a hacerle propaganda a una cuesta que según el mae era la más parada de CR, lo cual fue como decirle a nuestro grupo ciclístico: ¡quiero sexo!, todos querían mandársela, menos yo por supuesto, que seguí por el camino antiguo que era como 200 mts más largo y también bien parado (lo hice para hacer más km que los demás). Una vez completados esos 7 km de puro ascenso de primera categoría y con la empanada pegada en el galillo Amurillo dijo: “vámonos por esta bajadilla, es pura tierra suelta y una que otra zanja” cuando en realidad la cosa fue puras zanjas y uno que otro pedazo en tierra suelta. Justo en el momento que pensaba qué duro caerse aquí, me fui en una zanjota y aterricé en una laja golpeándome la rodilla y la pierna, lo cual me dejó un morete que todavía tengo y mucha inseguridad para el resto de bajadas del día. Por cierto cuando Svein me vio en el suelo aplicó las reglas de ride y primero me tomó una foto y hasta después me preguntó si me sentía más o menos.
Terminado el bajadón, llegamos a la casa de Amurillo, donde disfrutamos de un puesto de aistencia con todas las de ley, frutas, baños, en fin, todas las atenciones. Por cierto Juan Pablo duró tanto lavando la cleta que creímos que se había bañado él también, pero que va, día y medio era demasiado poco.
De ahí subimos a Grecia, en donde al sacar plata del cajero la policía se levantó a un mae que al parecer estaba manejando moto borracho, todo un espectáculo de diciembre. Cuando al mae lo tenían comiendo calle entre dos pacos a Svein se le sale lo defensor de los derechos humanos de los borrachos y empieza a tomar fotos de la vara. Por suerte para todos le avisamos a tiempo que en el tercer mundo a los policías no les gusta que los fotografíen cuando maltratan a la gente.
Crónica del día 2 de la Ruta de los Sabadomasoquistadores- Parte II
ResponderEliminarPor Carlitosbox
De ahí una bajada como a 75 km/h a la Argentina de Grecia y una subida concha pero por asfalto hasta Santa Eulalia, todo esto matizado por el delicioso sol de medio día.
El plan era continuar hasta Atenas-Escobal-Orotina-Caldera-Puerto, pero cuando llegamos a Escobal, a eso de las 3:00 pm nos dijeron que no se podía pasar por la línea del tren, pues se había caído un pedazo y que la única ruta era por la calle nueva, lo cual un domingo por la tarde no parecía mayor problema. Tremenda fue nuestra sorpresa y grande el disgusto de algunos cuando al llegar al puente, un par de Paisas no nos dejaron pasar. Juan Pablo trataba de negociar, Yo les ofrecía plata, Svein se chiveó y empezó a pedalear para arriba y Amurillo se cagó en la mamá de los maes como tres veces. Ese momento definió ese ride como verdaderamente épico y no solo como un buen ride de esos que nos pegamos los sábados. La única opción viable era subir por una trocha hasta San Pablo de Turrubares y de ahí “bajar” a Orotina, es decir, transformar los 5 km que nos separaban de Orotina en 35 km y super duros. Todavía recuerdo la risa burlona-desesperada de Juan Pablo cuando vimos el primer paredón que había que subir y las peripecias de Roberto para bajar con la cleta al hombro desde la pista a la trocha, parecía una momia!
Cómo nadie conocía nos tragamos el cuento de la “bajada a Orotina”, la cual en realidad eran buenos columpios y ya para esa hora pues bastante exigentes. Cabe destacar que mi ride de regreso (mi Tata) estaba esperando que llegáramos al puerto como a las 3:00 pm y que por supuesto ya para ese entonces estaba bastante necio precionándome que cuando putas iba a terminar esta otra de esas “payasadas que hace con sus amiguitos de las cletas”.
A las 5:00 pm en punto estábamos en el cruce de Orotina y faltaban 46 km para el Puerto, me acuerdo porque Juan Pablo dijo que había que promediar 46 km/h para llegar al puerto con luz del día. En ese momento, yo que iba bien tostado les deseé buena suerte en el intento y decidí concentrarme en llegar a Caldera y que mi Tata me recogiera ahí. Algo destacable es que cuando la gente escuchaba desde donde veníamos se le salían los ojos (y sin saber lo del día anterior), es más un roquillo nos dijo: “Unos maes bien profesionales como Uds, llegan a Caldera en menos de media hora”, pobre engañado, pero me sentí como Lico por un momento!
Para cuando me terminé el PowerGel, única cosa que me quedaba, ya el resto de cleteros iban como locos buscando el Puerto.
A las 5:48 pm en punto y faltándome unos 3- 5 km para llegar a Caldera anocheció completamente. Yo no sé si los carros me podían ver, lo realmente peligroso es que yo sin anteojos, de noche y sin luz no veía pero ni la llanta de adelante de la bici. En ese momento decidí meterme a un barcillo y esperar hasta que me recogieran, lo malo es que ya no tenía plata para tomarme ni un vaso de agua mientras llegaban por mi, pero de todas maneras la satisfacción por los más de 110 km recorridos era suficiente para mí.
Al final el grupo decidió sabiamente parar en Caldera y agarrar taxi al Ferri y yo pues después de un percance mecánico en el Cerro del Aguacate fui llegando a comer algo a la casa y bañarme a eso de as 9:30-10:00 pm y ¡a esperar nuestra próxima aventura ciclística!
BUENO SEÑORES.....Y HASTA LA PROX AVENTURA CICLISTICA!!!!
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