El día después del ride a Atenas, decidí salir a aflojar las piernas un poco, apenas a Carrizal y de vuelta. Ya en Carrizal, Bocinante empezó con sus trucos, semejante lloradera, que ya casi nunca salimos, que si me da vergüenza que me vean con ella, que si pesa más que antes, que ella sólo quiere pasar un domingo agradable, que por qué no vamos de paseo.
Dicho y hecho. Fuimos a pasear en el parque de Puro MTB; de Carrizal a San Isidro, y de ahí a la Olla bajando por Sabanilla. Un brinco. Hicimos una vuelta de unos 10 km en el parque, a los dos nos gustó mucho, esta muy bien hecho; buenos trillos, buena señalización, lindas vistas y hasta animales tropicales; la Malacrianza y su harem de vacas andaban por los trillos. Yo le dije a Bocinante que tal vez no era buena idea pasar por ahí; si los perros se enojan al ver un ciclista, imaginate lo que se puede enojar ese montón de toneladas de músculos con cuernos si uno anda cleteando por todo su almuerzo. Por dicha Bocinante se acordó de que traíamos nuestros disfraces de león; siempre los andamos por aquello de un incidente de este tipo. También traíamos el maletín de implementos anti-zombie, pero por dicha no hubo que usarlo ese día. Al ver dos leones feroces, la Malacrianza y sus novias tetonas jalaron, Bocinante quería perseguirlos un rato, pero como el cielo ya estaba gris decidimos mejor irnos para la casa. Bajamos hasta Alajuela, ahí Bocinante conocía un atajo que, según ella, era mucho mejor que ir directo por San Joaquín, por lo que fuimos por Sta. Bárbara.
Hicimos 60 km y llegué con las piernas bien aflojadas, casi como gelatina, y con ganas de volver al parque un día, pero quizás mejor entre semana para evitar la bulla de los chiquitos que hacen motocross a la par.
Dicho y hecho. Fuimos a pasear en el parque de Puro MTB; de Carrizal a San Isidro, y de ahí a la Olla bajando por Sabanilla. Un brinco. Hicimos una vuelta de unos 10 km en el parque, a los dos nos gustó mucho, esta muy bien hecho; buenos trillos, buena señalización, lindas vistas y hasta animales tropicales; la Malacrianza y su harem de vacas andaban por los trillos. Yo le dije a Bocinante que tal vez no era buena idea pasar por ahí; si los perros se enojan al ver un ciclista, imaginate lo que se puede enojar ese montón de toneladas de músculos con cuernos si uno anda cleteando por todo su almuerzo. Por dicha Bocinante se acordó de que traíamos nuestros disfraces de león; siempre los andamos por aquello de un incidente de este tipo. También traíamos el maletín de implementos anti-zombie, pero por dicha no hubo que usarlo ese día. Al ver dos leones feroces, la Malacrianza y sus novias tetonas jalaron, Bocinante quería perseguirlos un rato, pero como el cielo ya estaba gris decidimos mejor irnos para la casa. Bajamos hasta Alajuela, ahí Bocinante conocía un atajo que, según ella, era mucho mejor que ir directo por San Joaquín, por lo que fuimos por Sta. Bárbara.
Hicimos 60 km y llegué con las piernas bien aflojadas, casi como gelatina, y con ganas de volver al parque un día, pero quizás mejor entre semana para evitar la bulla de los chiquitos que hacen motocross a la par.
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