(Haga clic en las fotos para ver versión grande.)
Siempre es un placer ir a Puerto Viejo y alrededores, y más cuando se puede combinar las barbaridades de siempre con un poco de ejercicio. Llegamos mi querida esposa, Bocinante y yo el jueves, Bocinante toda puteada porque llovió desde Guápiles, para nada fue al salón de belleza si se iba a exponer a semejante baldazo ahi en el rack.
El viernes amaneció medio nublado, igual fuimos a Manzanillo, Bocinante ya feliz y llena de energía, hicimos lo que según ella era un atajo, subiendo unas cuestas ahi por Selvin's. Esa bici tiene un carácter, siempre me embarca con el cuento de atajos, y por lo general terminamos en el puro culo del mundo, perdidos, cansados y de mal humor, echandonos la culpa el uno al otro, pero esta vez logramos devolvernos antes de hacer un desastre, pensando en las maravillas que nos esperaban en Manzanillo; playa y Maxi's. Bocinante se quedó contemplando debajo de una palmera ya que no andaba ni bloqueador ni traje de baño, yo me dediqué a bajarle el peso de la hielera para no tener que transportar semejante peso de vuelta al hotel.
En Maxi's, Bocinante subió con nosotros, el mesero la chineó bastante y se puso toda orgullosa. No quiso comer, porque sólo había pargo extra enorme y ella nada más quería una grande, pero pidió un par de cervezas que al final yo las tuve que tomar ya que la pobre Bocinante no tiene manos.
De vuelta se puso como loca, llegamos como media hora antes de mi esposa y Raúl (nuestro carro; el enemigo mortal de Bocinante).
Después de hacer semejante cantidad de ejercicio el viernes; casi 30 km planos, decidimos reposar el sábado. Bocinante se quedó en el hotel, visualizando la carrera del domingo. Yo, como todo buen deportista, empecé la fiesta antitos de las 11, y con semejante cantidad de partidos, combinado con el ambiente hedonista de la playa, seguí la fiesta hasta media noche, fui al cuarto porque estaba lloviendo, aunque me sentía muy capaz de seguir la fiesta sin perjudicar el desempeño ciclístico el día siguiente.
Al despertarme unas horas después, lo primero que hice fue cuestionar las decisiones (entre otras cosas) tomadas el día anterior, pero bueno, ya había pagado la inscripción, y medio litro de café medio curó lo que seguramente fue indigestión causada por exceso de patí.
No sé cuantos de los ciclistas presentes padecían los mismos males que yo, pero las mismas caras que vi frente a Johnny's Place esta mãnana las había visto en el mismísmo lugar la noche anterior, solo que ya no estaban colgando de una palmera cantando "tiiicos, tiiicooos".
Según mi reloj salimos a las 9:22, una demora relativamente insignificante, cuando llegamos al rest. Salsa Brava las autoridades querían mandarnos por un trillito, ahí fue donde yo dije que jamás, no es mi primera recreativa y si algo he aprendido es que esas varas se convierten en molotes, a los 10 segundos hay que bajarse de la cleta porque alguien se cayó o le dió miedo caerse o se le cayó la botella o simplemente se cansó. Entonces ahi se queda todo el mundo haciendo feo el resto del día, no se puede seguir y menos devolverse, es como la Uruca a las 5 de la tarde. En todas las recreativas es la misma vara, les encanta empezar con un trillito para congestionar el asunto, y todo el mundo se enoja. Los que se creen elites se enojan con los que se bajan de la bici, y los gordos y principiantes se enojan porque no les dejan ir a su propio ritmo. Me parece obvio que hay que empezar con un buen pedazo de calle ancha, preferiblemente cuesta, para que la gente se agrupe según nivel.
Pero bueno, muy perspicazmente desafié las órdenes de las autoridades y seguí recto por la calle principal, ahí me topé con otros tramposos, un grupo de Turrialbeños constituido por Vinicio, del Ciclo Mavi, y sus compas cuyos nombres son secretos. Vinicio es mundialmente famoso por ser el único que ha logrado arreglar los frenos de Bocinante, aunque la alegría solo duró hasta el próximo tune-up en otro ciclo. También fui con él y sus compas a conocer las montañas turrialbeñas hace un par de meses, y para rematar trabajó un buen rato en un ciclo noruego, qué más podemos pedir de un ser humano.
Al toparme con ellos, yo iba al suave, en modo recreativo, con la idea de tomar fotos y oler las flores. Ellos no tanto; cuando empezó el asfalto era como ver el tour de France, todos en linea para efectos aerodinámicos, a 300 km/h. Paré treinta segundos para tomar agua, luego pasé diez minutos parado en los pedales para alcanzarlos, como 100 m antes del puesto de asistencia.
Aparentemente eramos entre los primeros en llegar al puesto, y de ahi nos fuimos al suave. Por dicha llegamos al cruce de ruta larga/ corta antes de la policía que luego se puso ahí para dirigir, ya que ellos mandaron a todo el mundo por la corta, alegando un error de la señalización, dicen por ahí que lo hicieron para terminar el brete temprano. Según nuestros fuentes, cuando los ciclistas se dieron cuenta, volvieron como si fueran El Pueblo en las viejas películas de monstruos, con antorchas, horcas, ajos, agua bendita y todo el paquete, y los policías huyeron, dejando un estado de anarquía en Bribrí.
Nosotros, muy inteligentemente y sin ayuda de las autoridades, nos fuimos por la larga, pero al rato, como ibamos al suave, empezaron a alcanzarnos otros ciclistas, lo que a mi en lo personal no me molesta mientras no veo espaldas. Pero por supuesto, lo que al principio era gente amable iba convirtiendose en espaldas, y después del túnel ya no lo pude soportar más, tuve que perseguirlos y pasarlos. Ya lo he dicho antes, cuando ando en bici no tolero ver espaldas, y menos si debajo de la espalda hay un trasero masculino vestido de licra, simplemente no es lo que yo quiero ver, si salgo en bici para disfrutar de la naturaleza no quiero estar viendo el concepto más horroroso que ella ha producido. No disputo la utilidad de la licra para hacer ciclismo, nada más digo que si puedo evitar verlo de cerca, mejor.
Después del túnel, entonces, fui a mi propio ritmo, ya había sudado la goma, igual tenía una cita con mi querida esposa en Johnny's a la 1, ya era tarde y faltaba un poco más de un brinco. Pasé las espaldas que habían, la mayoría sin mayor problema excepto el #93 que me alcanzó cuando hice una parada técnica para comerme un banano y tomar una foto de un pobre señor que estaba casi llorando del cansancio en una cuesta. Además, un par de caballeros con uniformes del ciclo paraíso me sorprendieron pasandome en una cuesta. Inaudito, por supuesto, por lo que los perseguí un buen rato con el plan de pasarlos cuando se cansaran. Extrañamente no se cansaron nunca, ni tenían cara de estarse matando, los perdí en la misma parada técnica. El #93 lo alcanzé después, pero los paraisiacos me imagino que se montaron al carro escoba, porque nunca más los volví a ver jaja.
Por cierto, hubo un tercer caballero imprudente, el peor de todos, a él sí que me costó seguirle el paso. Era un señor de la zona que anduvo con un sombrero blanco, una cartera y una bici que por lo visto no era el último modelo de carbono. Logré tomarle una foto de atrás mientras él estaba masacrando la autoestima de otro ciclista, luego lo pasé con un inmenso esfuerzo, para volver a verlo un minuto después, flotando tranquilo a mi lado, abriendo un paquete de galletas con las dos manos y riéndose; déle, déle, jajaja. No sé para donde iba, pero fijo llegó antes que yo. Seguro que no eran galletas sino EPO lo que comía, no tengo otra explicación.
En el riachuelo antes de llegar otra vez a Bribrí me refresqué un poco y vi a varios ciclistas que parecían muertos del cansancio, lo que me sorprendió, porque pensé haber dejado a todo el pelotón (menos los paraisiacos) atrás, y además no me dio la impresión de que se trataba de Lico y sus hermanos por así decirlo. Pero claro, estaban haciendo la ruta corta, lo que significaba más espaldas ahi adelante, horror de horrores. De Bribrí a Puerto Viejo anduve como loco, espaldas por todo lado, the bells, the bells, sé que pasé a uno que ya había pasado en la primera cuesta saliendo, vi ciclistas accidentados y con problemas mecánicos, asaltos, gatitos lindos, gemelos ahogandose en el río, pero nada que me lograra distraer, espaldas por todo lado por el amor de Dios, y hace rato que tenía ganas de una bien fría. Llegué antitos de la 1, justo a tiempo para la cita con mi querida esposa y una de las mejores birras de la historia de la humanidad, y después algunas otras birritas igual de buenas. Yo no fui el único en darme cuenta de la calidad cervecística ofrecida por la pulpe, parecía la reunión del club GuaroMTB, todo el mundo hidratándose como profesionales. Y cómo hizo falta; yo había tomado entre tres y cuatro litros de hidratante durante la carrera, intenté mear como parte integral de la parada técnica, pero apenas salió un poco de vapor tóxico. Ni las birras provocaron incontinencia, me tomé unas 5-6 sin tener que ir a acompañar a los niños ahi en el mar.
A los 10 minutos vi a otro sabadomasoquista, el famoso Roberto, quien aparentemente había durado lo mismo que este noruego, unos 3:30. Contó que Kenneth lo había mandado a perseguir al Ciclista Imaginario, un señor con cuatro piernas que anda solito en una tandem de fuego y que aparece en todas las recreativas retando al pobre Kenneth. A Roberto ni lo vi cansado, sospecho que iba llegando en carro desde Heredia, si sudaba era porque almorzó demasiado. Un buen rato después llegó Esteban, otro de la delegación herediana, ese sí tenía cara de cansadito, dijo que la policía le había mandado por donde no era y que al final terminó haciendo como 100 km, incluyendo lo que tuvo que correr para linchar a los policías. Por dicha no fue en vano; trajo una linda oreja policial, iba a hacer un collar para la doña.
En fin, todo un éxito desde mi punto de vista, llegué cansadito y feliz. Lástima lo de la perdición de algunos buenos cristianos, pero ya estamos acostumbrados a que este tipo de cosas pasan en absolutamente todas las recreativas. Si nadie se pierde, no hay recreación.
El viernes amaneció medio nublado, igual fuimos a Manzanillo, Bocinante ya feliz y llena de energía, hicimos lo que según ella era un atajo, subiendo unas cuestas ahi por Selvin's. Esa bici tiene un carácter, siempre me embarca con el cuento de atajos, y por lo general terminamos en el puro culo del mundo, perdidos, cansados y de mal humor, echandonos la culpa el uno al otro, pero esta vez logramos devolvernos antes de hacer un desastre, pensando en las maravillas que nos esperaban en Manzanillo; playa y Maxi's. Bocinante se quedó contemplando debajo de una palmera ya que no andaba ni bloqueador ni traje de baño, yo me dediqué a bajarle el peso de la hielera para no tener que transportar semejante peso de vuelta al hotel.
En Maxi's, Bocinante subió con nosotros, el mesero la chineó bastante y se puso toda orgullosa. No quiso comer, porque sólo había pargo extra enorme y ella nada más quería una grande, pero pidió un par de cervezas que al final yo las tuve que tomar ya que la pobre Bocinante no tiene manos.
De vuelta se puso como loca, llegamos como media hora antes de mi esposa y Raúl (nuestro carro; el enemigo mortal de Bocinante).
Después de hacer semejante cantidad de ejercicio el viernes; casi 30 km planos, decidimos reposar el sábado. Bocinante se quedó en el hotel, visualizando la carrera del domingo. Yo, como todo buen deportista, empecé la fiesta antitos de las 11, y con semejante cantidad de partidos, combinado con el ambiente hedonista de la playa, seguí la fiesta hasta media noche, fui al cuarto porque estaba lloviendo, aunque me sentía muy capaz de seguir la fiesta sin perjudicar el desempeño ciclístico el día siguiente.
Al despertarme unas horas después, lo primero que hice fue cuestionar las decisiones (entre otras cosas) tomadas el día anterior, pero bueno, ya había pagado la inscripción, y medio litro de café medio curó lo que seguramente fue indigestión causada por exceso de patí.
No sé cuantos de los ciclistas presentes padecían los mismos males que yo, pero las mismas caras que vi frente a Johnny's Place esta mãnana las había visto en el mismísmo lugar la noche anterior, solo que ya no estaban colgando de una palmera cantando "tiiicos, tiiicooos".
Según mi reloj salimos a las 9:22, una demora relativamente insignificante, cuando llegamos al rest. Salsa Brava las autoridades querían mandarnos por un trillito, ahí fue donde yo dije que jamás, no es mi primera recreativa y si algo he aprendido es que esas varas se convierten en molotes, a los 10 segundos hay que bajarse de la cleta porque alguien se cayó o le dió miedo caerse o se le cayó la botella o simplemente se cansó. Entonces ahi se queda todo el mundo haciendo feo el resto del día, no se puede seguir y menos devolverse, es como la Uruca a las 5 de la tarde. En todas las recreativas es la misma vara, les encanta empezar con un trillito para congestionar el asunto, y todo el mundo se enoja. Los que se creen elites se enojan con los que se bajan de la bici, y los gordos y principiantes se enojan porque no les dejan ir a su propio ritmo. Me parece obvio que hay que empezar con un buen pedazo de calle ancha, preferiblemente cuesta, para que la gente se agrupe según nivel.
Pero bueno, muy perspicazmente desafié las órdenes de las autoridades y seguí recto por la calle principal, ahí me topé con otros tramposos, un grupo de Turrialbeños constituido por Vinicio, del Ciclo Mavi, y sus compas cuyos nombres son secretos. Vinicio es mundialmente famoso por ser el único que ha logrado arreglar los frenos de Bocinante, aunque la alegría solo duró hasta el próximo tune-up en otro ciclo. También fui con él y sus compas a conocer las montañas turrialbeñas hace un par de meses, y para rematar trabajó un buen rato en un ciclo noruego, qué más podemos pedir de un ser humano.
Al toparme con ellos, yo iba al suave, en modo recreativo, con la idea de tomar fotos y oler las flores. Ellos no tanto; cuando empezó el asfalto era como ver el tour de France, todos en linea para efectos aerodinámicos, a 300 km/h. Paré treinta segundos para tomar agua, luego pasé diez minutos parado en los pedales para alcanzarlos, como 100 m antes del puesto de asistencia.
Aparentemente eramos entre los primeros en llegar al puesto, y de ahi nos fuimos al suave. Por dicha llegamos al cruce de ruta larga/ corta antes de la policía que luego se puso ahí para dirigir, ya que ellos mandaron a todo el mundo por la corta, alegando un error de la señalización, dicen por ahí que lo hicieron para terminar el brete temprano. Según nuestros fuentes, cuando los ciclistas se dieron cuenta, volvieron como si fueran El Pueblo en las viejas películas de monstruos, con antorchas, horcas, ajos, agua bendita y todo el paquete, y los policías huyeron, dejando un estado de anarquía en Bribrí.
Nosotros, muy inteligentemente y sin ayuda de las autoridades, nos fuimos por la larga, pero al rato, como ibamos al suave, empezaron a alcanzarnos otros ciclistas, lo que a mi en lo personal no me molesta mientras no veo espaldas. Pero por supuesto, lo que al principio era gente amable iba convirtiendose en espaldas, y después del túnel ya no lo pude soportar más, tuve que perseguirlos y pasarlos. Ya lo he dicho antes, cuando ando en bici no tolero ver espaldas, y menos si debajo de la espalda hay un trasero masculino vestido de licra, simplemente no es lo que yo quiero ver, si salgo en bici para disfrutar de la naturaleza no quiero estar viendo el concepto más horroroso que ella ha producido. No disputo la utilidad de la licra para hacer ciclismo, nada más digo que si puedo evitar verlo de cerca, mejor.
Después del túnel, entonces, fui a mi propio ritmo, ya había sudado la goma, igual tenía una cita con mi querida esposa en Johnny's a la 1, ya era tarde y faltaba un poco más de un brinco. Pasé las espaldas que habían, la mayoría sin mayor problema excepto el #93 que me alcanzó cuando hice una parada técnica para comerme un banano y tomar una foto de un pobre señor que estaba casi llorando del cansancio en una cuesta. Además, un par de caballeros con uniformes del ciclo paraíso me sorprendieron pasandome en una cuesta. Inaudito, por supuesto, por lo que los perseguí un buen rato con el plan de pasarlos cuando se cansaran. Extrañamente no se cansaron nunca, ni tenían cara de estarse matando, los perdí en la misma parada técnica. El #93 lo alcanzé después, pero los paraisiacos me imagino que se montaron al carro escoba, porque nunca más los volví a ver jaja.
Por cierto, hubo un tercer caballero imprudente, el peor de todos, a él sí que me costó seguirle el paso. Era un señor de la zona que anduvo con un sombrero blanco, una cartera y una bici que por lo visto no era el último modelo de carbono. Logré tomarle una foto de atrás mientras él estaba masacrando la autoestima de otro ciclista, luego lo pasé con un inmenso esfuerzo, para volver a verlo un minuto después, flotando tranquilo a mi lado, abriendo un paquete de galletas con las dos manos y riéndose; déle, déle, jajaja. No sé para donde iba, pero fijo llegó antes que yo. Seguro que no eran galletas sino EPO lo que comía, no tengo otra explicación.
En el riachuelo antes de llegar otra vez a Bribrí me refresqué un poco y vi a varios ciclistas que parecían muertos del cansancio, lo que me sorprendió, porque pensé haber dejado a todo el pelotón (menos los paraisiacos) atrás, y además no me dio la impresión de que se trataba de Lico y sus hermanos por así decirlo. Pero claro, estaban haciendo la ruta corta, lo que significaba más espaldas ahi adelante, horror de horrores. De Bribrí a Puerto Viejo anduve como loco, espaldas por todo lado, the bells, the bells, sé que pasé a uno que ya había pasado en la primera cuesta saliendo, vi ciclistas accidentados y con problemas mecánicos, asaltos, gatitos lindos, gemelos ahogandose en el río, pero nada que me lograra distraer, espaldas por todo lado por el amor de Dios, y hace rato que tenía ganas de una bien fría. Llegué antitos de la 1, justo a tiempo para la cita con mi querida esposa y una de las mejores birras de la historia de la humanidad, y después algunas otras birritas igual de buenas. Yo no fui el único en darme cuenta de la calidad cervecística ofrecida por la pulpe, parecía la reunión del club GuaroMTB, todo el mundo hidratándose como profesionales. Y cómo hizo falta; yo había tomado entre tres y cuatro litros de hidratante durante la carrera, intenté mear como parte integral de la parada técnica, pero apenas salió un poco de vapor tóxico. Ni las birras provocaron incontinencia, me tomé unas 5-6 sin tener que ir a acompañar a los niños ahi en el mar.
A los 10 minutos vi a otro sabadomasoquista, el famoso Roberto, quien aparentemente había durado lo mismo que este noruego, unos 3:30. Contó que Kenneth lo había mandado a perseguir al Ciclista Imaginario, un señor con cuatro piernas que anda solito en una tandem de fuego y que aparece en todas las recreativas retando al pobre Kenneth. A Roberto ni lo vi cansado, sospecho que iba llegando en carro desde Heredia, si sudaba era porque almorzó demasiado. Un buen rato después llegó Esteban, otro de la delegación herediana, ese sí tenía cara de cansadito, dijo que la policía le había mandado por donde no era y que al final terminó haciendo como 100 km, incluyendo lo que tuvo que correr para linchar a los policías. Por dicha no fue en vano; trajo una linda oreja policial, iba a hacer un collar para la doña.
En fin, todo un éxito desde mi punto de vista, llegué cansadito y feliz. Lástima lo de la perdición de algunos buenos cristianos, pero ya estamos acostumbrados a que este tipo de cosas pasan en absolutamente todas las recreativas. Si nadie se pierde, no hay recreación.
Que delicia!!!!!!!!
ResponderEliminarRío,Playita, y MTB que buena combinación.
Que lugares mas bellos felicitaiones....
saludos
Frank
www.hlg-ciclismo-de-montana.blogspot.com