Día 1: Vueltus Interruptus:
PZ - China Kicha -Buenos Aires
PZ - China Kicha -
Distancia: 66 km
Pedaleo: 5.15 horas
Promedio: 12.5 km/h
Tiempo total PZ - Buenos Aires: 15 horas
Salimos a las 9.30 de PZ, gracias a las condiciones climáticas de la zona no hubo necesidad de calentar. Como no conocíamos por ahí, la ruta la habíamos planeado a base de un mapa y un par de informantes que habían insistido en que no respondían por eventuales desastres, pérdidas o daños físicos, materiales o psicológicos.
La primera hora no hubo ningún problema, fuimos a un ritmo de unos 20-25 km/h, preguntando a todo el mundo cómo llegar al siguiente pueblo marcado en el mapa. Juanpa se quejaba un poco de unos dolores en las piernas, pero nada fuera de lo normal.
Después de pasar por Pavones, Ceniza y Angostura, llegamos a un río y un cruce, según el mapa había que doblar a la derecha para llegar a la Ribera y luego a Bajo Ceibo, pero lo de confiar ciegamente en mapas es algo que puede causar increíbles desastres, por lo que cuando apareció un viejito en moto, mejor lo preguntamos. Efectivamente, según el viejito había que doblar a la izquierda, y eso fue exactamente lo que hicimos.
Ahí nos esperaba una cuesta tan empinada como interminable, duramos como una hora subiendo y sudando como chanchos, no vimos a nadie para confirmar que ibamos bien hasta que finalmente llegamos a un pueblito. Ahi nos informaron, muy amablemente, que estabamos en San Agustín, rumbo a Playa Uvita, y que el Ceibo que quedaba por ahí era el Alto Ceibo, no el Bajo Ceibo.
Mientras nos tomamos una birrita para mitigar el dolor, discutimos el resto de la ruta con la gente de la pulpe; cuando escucharon el plan se revolcaban en el piso de la risa, que Buenos Aires quedaba muy largo, que nos ibamos a perder, que después de Pejibaye había una cuesta bastante considerable. Aparentemente, lo mejor sería devolverse a PZ y agarrar la interamericana.
Después de largas y confusas explicaciones, ya teníamos una idea de cómo llegar por lo menos a San Pablo, donde se suponía que alguien debería saber cómo cruzar el Río General para llegar a la Interamericana unos 10 km antes de Buenos Aires.
Nos devolvimos hasta el cruce, ya era el mediodía y el calor difícilmente se podía soportar, y menos con la clase de cuestas que había que subir. Finalmente llegamos a San Bosco, de ahí seguimos hasta Reyes, y de Reyes por asfalto hasta San Pablo, donde nos informaron que doblando por el cementerio llegaríamos al río y que este no estaba muy grande y que la gente pasaba sin problema. Nada más de darle unos 15 km y ahí nos iban a informar.
En San Antonio paramos otra vez a preguntar, nos dieron dos opciones; bajar hacia el río ahí mismo y cruzarlo en andarivel si logramos encontrar al señor que lo maneja, o seguir hasta China Kicha y cruzar a pie. La opción del andarivel no sonó muy tentadora, primero porque esas varas tienen cara de querer caerse, y segundo porque implicaría devolverse y luego hacer como 25 km en la Interamericana.
Entonces nos fuimos a China Kicha, más que nada porque el pueblo tiene un nombre divertido y por eso quería conocerlo. Resulta que el pueblo en si no es muy entretenido, hay una pulpe y un barcito, eso es todo. Obviamente hicimos una parada técnica en el barcito, y presentamos nuestro plan de cruzar el río. El bartender sólo podía decir "Pero QUIEN les dijo eso? QUIEN??". Al final, Sergio, un cliente del bar, nos dijo que sí podía haber una manera, nada más había que bajar 5 km por un potrero y un papayal, caminar unos 300 m por el río hasta llegar a una poza, cruzar la poza, seguir subiendo unos 50 m hasta ver una caseta, y ahí tenía que haber un camino para subir la montaña y llegar a la Interamericana.
De alguna manera llegamos al río, y empezamos a buscar la poza y el supuesto camino del otro lado. En resumen, después de dos horas de andar por ahí luchando contra vegetación densa, corrientes violentas y mosquitos hambrientos, lo único que habíamos logrado era ver un lindo atardecer y que Juanpa casi se ahoga tres veces tratando de cruzar. Reluctantemente tuvimos que devolvernos, ya sin luz y sin energía, 5 km pa'rriba para llegar a China Kicha que igual no estaba ni cerquita de la meta. Para rematar, nos atacaron como cien perros feroces ahi en la oscuridad. Ya en China Kicha, hicimos averiguaciones para ver si algún pueblerino nos podía llevar a un pueblo decente, o para buscar un hotelito o para que el carro escoba pudiera llegar sin problemas. Nada de eso, sólo habían cuatro pick-ups en el pueblo, y nadie quería llevarnos. Al final tuvimos que llamar al carro escoba para que viniera a recogernos desde Buenos Aires, un vueltón, y cuando llegamos al hotel ya eran las 12.30 de la noche.
Sin duda fue la vueltita más desesperante de la historia; físicamente estuvo durísimo a pesar de sus escasos 65 km, y psicológicamente estuvo casi inaguantable, sobre todo después de darnos cuenta que no se podía pasar el río. El sufrimiento de Jesus, que creo que estabamos celebrando en esos días, seguramente no se comparaba con el nuestro. Por otro lado, nosotros teníamos una motivación que seguro no lo tenía Jesus; la certeza de que en la cantina de China Kicha nos esperaban unas birritas bien frías y bien merecidas.
En fin, el ridecito estuvo interesante; buenas cuestas, buen lastre y algunos buenos paisajes, sin embargo haría algunos cambios. Primero, sería mejor no perderse por la Ribera, esa vuelta nos costó casi dos horas. Segundo, en vez de ir a China Kicha, seguiría por la ruta que habíamos planeado, que era siguiendo hacia Pejibaye y de ahí a Aguila. Después, quién sabe, pero según nuestros notoriamente confiables informantes de la zona, de Aguila se llega a un lugar donde se puede cruzar el río, nada más hay que preguntar...
Día 2: Buenos Aires - Reserva Dúrika
Distancia: 22 km
Tiempo: 2 horas
El plan original para el día 2 era levantarse a una hora decente para evitar el calor del mediodía, y subir a la reserva Dúrika para estirar las piernas un poco. Sin embargo, dado el desastre del día anterior, no fue posible levantarse temprano, y salimos a la 1 pm rumbo a Dúrika. La buena noticia era que no había que preguntarle a nadie; hay rótulos desde Buenos Aires. La mala noticia era que hacia un calor infernal y que era pura cuesta parada; en vez de estirar piernas terminamos de matarlas. Al final no llegamos hasta Dúrika sino que nos devolvimos unos 3 km antes de la entrada, ya que había que estar en un barcito a las 4 para ver el partido Saprissa - Cartago. Fuimos a una maravilla de chinchorro llamado el Norteño, donde los otros clientes ya habían empezado la fiesta hace rato.
Día 3: Vueltus Interruptus:
Buenos Aires - Cabagra - Potrero Grande -
Distancia: 57 km
Tiempo: 4:25 horas
Promedio: 12.3 km/h
Logramos levantarnos a una hora relativamente decente, el desayuno sabroso y nutritivo fue consumido en el chante donde paran los buses que van hacia el sur; consistía de piña, sandía y medio café asqueroso, exactamente lo que recomiendan los nutricionistas para el tipo de periplo que nos esperaba.
Salimos de ahí antitos de la 9, los primeros 10 km los hicimos por la interamericana, casi pura bajada hasta Brujo, sin tránsito, creo que duramos unos 20 minutos. En la bomba doblamos a la izquierda, luego a la derecha en el primer cruce, y la diversión empezó casi de inmediato; la combinación de cuestas paradas con piedra suelta siempre es un deleite. Todavía había algo de sombra, pero igual dejamos un río de sudor, digamos que la zona no es muy fresca a las 9.30 am.
La cuesta seguía y seguía hasta que llegamos al famosísimo pueblo de Santa Eduviges, donde paramos en una pulpe para investigar la dirección por seguir. Nos bombardeaban con nombres de lugares exóticos durante media hora, ninguno de ellos estaba en nustro infallible mapa. Lo que quedó claro fue que había un atajo; desviándose en las Brisas se podía llegar al pueblo con el hermoso nombre de Bolas, y de ahí a Potrero Grande era un brinco. Igual había que subir otro montón para llegar a las Brisas, y cuando llegamos ya estabamos peligrosamente desmaltados. Por suerte, la pulpe del pueblo vende birritas, hubiera sido muy rudo no aceptar semejante oferta, y de nuevo empezamos a averiguar sobre rutas. Juanpa ya estaba muy interesado en buscar la ruta con menos cuestas. Primero nos dijeron que por Bolas, muy rápido, pero ya que ninguno de los informantes había ido por esa ruta en su vida, mejor preguntamos a un nativo de la zona y aficionado de la caminata, y él nos informó que el camino estaba abandonado desde hace varios años y que no era posible pasar por ahí.
Entonces, plan B, dar una extra vuelta por San Francisco de Cabagra, Capri y La Lucha para llegar a Potrero Grande, y de ahí buscar una manera de llegar a San Vito. Primero nos desviamos un ratito para disfrutar de las vistadas de las Brisas, algo espectacular, nos acompañó uno de los informantes; Olman, él nos indicó los caminos que ibamos a seguir y, allaaaaaah, en el horizonte, se veía la montaña que queda antes de Potrero grande. Muy alentador, de verdad.
Llegamos a San Francisco de Cabagra sin mayores problemas, no nos perdimos, pero el famoso calor del mediodía ya era un factor importante, y las cuestas seguían apareciendo, y lo peor de todo fue que ninguna pulpe vendía otro liquido que no fuera Milory, cosa que rehuso tomar, ni siquiera agua había.
Después de San Francisco sigue un camino muy divertido, perfecto para ciclismo, casi single track a veces. Tierra compacta sin mucha piedra, nada de perros asesinos y por supuesto que no hubo tránsito. Me imagino que si llueve esa vara se convierte en la peor pesadilla de cualquier ciclista; barro pegajoso y cero posibilidad de rescate.
Cuando el calor ya era insoportable, tuvimos la suerte de llegar a un río en medio del bosque, con agua limpia y fría, y unos niños haciendo loco en una poza. Exactamente como en los libros que leía cuando era pequeño, dedicados a enseñarme sobre la realidad en otras partes del mundo. En Suramerica (de Mexico para abajo) los niños andaban semi chingos en la selva y pasaban el día en ríos cristalinos, siempre cuidandose de serpientes y otros bichos. El libro sobre niños en Africa, peor aún.
Después de semejante refrescadez era hora de una pequeña, pequeña cervecita, el pueblo más cercano era Capri, y para llegar hay que subir cuestas y más cuestas. Resulta que en Capri no hay ningún bar, sino que hay que seguir hasta La Lucha subiendo otro millón de cuestas. Cuando finalmente llegamos al bar, ya muertos, resulta que el bar del pueblo es un rancho; dos paredes y un techo, con vistadas espectaculares, diez hombres muy, pero muy ebrios a las dos de la tarde, y una hamaca. Como buen lider del grupo, me encargué de conseguir las lupulosas, tardé un minuto en la barra, un minuto un poco angustiante. Que conste que no es la primera vez que voy a un chinchorro de los feillos; me han insultado por mi etnicidad, me han golpeado, me han invitado a pelear con botellas, me han amenazado de muerte y me han tratado de vender una caja con 500 sueters impermeables. Pero este lugarcito en medio de la nada tuvo quizás el ambiente más extraño que he experimentado, hasta un poquito más que el Vergel frente a la parada de Leon XIII en Chepe. En realidad no fue agresivo; me preguntaron por mi nacionalidad, y como no soy gringo eso siempre ayuda, me preguntaron por si tenía un poco de cocaína, temo que no, que cuanto vale esa bici, ah pff, ese portón, ni cien mil, OK, te doy cien mil ahora mismo. Juanpa, escuchando la conversación, ya había ubicado todos los posibles instrumentos de autodefensa y todas las vías de escape. Nos quedamos cerca de la salida y llegaron algunos de los clientes que todavía estaban capaces de caminar y hablar, estaban muy contentos porque los turistas finalmente habían descubierto las maravillas de La Lucha. En fin, el ambiente aparentemente estuvo alegre, pero si hubiera dicho la palabra "hermana", el lugar posiblemente hubiera explotado. Cuando nos fuimos, el bartender tuvo que hamacear forzosamente a uno de los clientes, casi se lleva un pichazo en el proceso, pero una vez en la hamaca ya no podía salir y sospecho que ahí se quedaba hasta el día siguiente.
Ya enmaltados, a bajar hasta Potrero Grande. Como todo lo que sube tiene que bajar, y habíamos subido casi todo el día, la bajada era bastante larga, creo que unos 15 km en calle de piedritas. De hecho pasamos Potrero Grande sin darnos cuenta, después de una última cuesta maldita llegamos a la calle principal a San Vito, ya eran las tres y resto de la tarde, faltaban unos 40 km subiendo por asfalto, asi que decidimos mejor llamar al carro escoba para mayor comodidad; una excelente idea, me parece.
Nota aparte: la razón por la que nuestra ruta pasó por San Vito, era el rumor de que ahí, por sus genes italianos, sabían cocinar. Resulta que eso no es cierto. Hacen una pizza muy triste, con pasta gruesa e ingredientes del Palí; el "antipasto" era queso gouda de dos pinos (del que viene rebanado empacado al vacío), jamón cocido Cinta Azul, salame igual de triste y cinco aceitunas. La pasta, spaghetti Roma, sobrecocido, con un poquito de salsa de paquete. En otras palabras, exactamente lo que te darían en cualquier soda en cualquier pueblo de Costa Rica, solo que aquí insisten en que así lo hacen en Italia, lo que no es cierto. Seguramente los echaron del país por insultar al concepto de pizza. Tuvimos el placer adicional de escuchar los evangélicos del pueblo hacer un escándalo en el parque, con música moderna para engañar a los jovenes.
Día 4: San Vito - Las Tablas - Panamá - San Vito
Distancia: 75 km
Tiempo: 5 horas
Promedio: 15 km/h
Otra vez nos levantamos a una hora decente, desyunamos una porquería y listos para ir después de un serio tune-up de las cletas. Según mi mapa y profundas investigaciones, hoy iba a ser día de descanso, apenas una vueltita para llegar al parque Las Tablas, ver un par de arbolitos y estirar piernas.
De San Vito fuimos por asfalto hasta Sabalito, donde doblamos a la izquierda en la bomba. De ahí es dele y dele por una calle de una mezcla extraña entre asfalto y lastre, una maravilla para andar en carro pero un poco tedioso para andar en bici. Entre Sabalito y La Lucha (que no es la misma Lucha del día 3) son como 15 km en calle mejorada, la mayoría subiendo, pero con algunas bajadas del tipo que hace pensar en lo horroroso que será devolverse por ahí.
Ya en La Lucha, pueblo que se gana el premio del pueblo más triste de la Ruta y posiblemente del país, indagamos un poco y resulta que habían dos opciones. Una era doblar en el Centro Social Nicoyano (cerrado) y darle para arriba, el otro era seguir por la misma calle hasta Mellizas. Optamos por la primera opción, ahí nadie había mejorado ninguna calle, un río seco hasta llegar al pueblito llamado por su antónimo; El Progreso.
A partir del Progreso la calle es de tierra, muy agradable, y ya es puro bosque. Ibamos a seguir hasta llegar a una casilla de guardaparques o algo, después de unos 13 km subiendo la misma cuesta parada, finalmente vimos un carro y preguntamos a la gente. Resulta que no había ningún guardaparque, pero que la calle terminaba unos 500 m más adelante, por la casa de Don Miguel. La Casa de Don Miguel no es como la de Doña Lela, por ejemplo, que ahí se puede comer y tomar líquidos de interes, sino que literalmente es donde vive un señor que probablemente no es muy sociable.
Como ya habíamos subido suficientes cuestas por un día, y además el cielo prometía un diluvio, decidimos devolvernos de una vez y mejor visitar a Don Miguel otro día. La bajada por supuesto estuvo sabrosa; 13 km sobre tierra compacta, con algunas zanjas y piedras potencialmente asesinas de vez en cuando.
De vuelta en La Lucha intentamos conseguir una cervecita para celebrar la ocasión, pero resulta que en el super no venden, el centro social el Nicoyano estaba cerrado, y en el otro bar había un curso de baile para toda la familia, o sea que no gracias. Decidimos mejor seguir hasta el otro pueblo, San Francisco, que además conecta por dentro con la Unión, cerca de Sabalito. Asi evitamos la calle "mejorada".
Resulta que en San Francisco tampoco había cerveza, asi que seguimos y seguimos, calle de piedra suelta y grandecita, del tipo que puede brincar de repente y quebrar un marco o un hueso, la buena noticia fue que era casi pura bajada desde San Francisco. Finalmente, cuando el nivel maltario estaba en rojo, encontramos un barcito y un super, pero resulta que se encontraba en Panamá. Entonces ni modo, había que empezar una operación de tráfico internacional de personas y estupefacientes. El criminal del grupo, Juanpa, cruzó la frontera y consiguió la mercancía, la cual consumimos en diferentes países del planeta. Bocinante feliz, fue la primera vez que visitó otra nación, y no causó ningún conflicto armado.
Después de semejante festival internacional, llegamos a la Unión y de ahí era pura bajada hasta Sabalito, lo que celebramos en el bar el Puente; un legítimo chinchorro debajo de un puente. De ahí a San Vito de un solo tiro, llegamos unos 30 segundos antes del diluvio.
Día 5: San Vito - Pavones
Distancia: 82 km
Tiempo: 3:52 horas
Promedio: 21 km/h
Según mi plan, la bajada a Ciudad Neily iba a empezar apenas salimos de San Vito, y de ahí iba a ser un brinco, planísimo, hasta Pavones. En retrospecto me parece que no fue tanto así. Los primeros 20 km son columpios, con cuestas laaargas pero tambien con buenas bajadas. Después sigue la famosa Fila de Cal, son 13 km de curvas muy, pero muy cerradas bajando una pared. Para bajar hay que tener los frenos en excelente estado, para subir hay que tener una medalla olímpica. O una moto. En fin, muy divertida la bajada, y cuando llegamos a Ciudad Neily, Juanpa estaba preocupado porque la China (la cleta) estaba dando problemas. Preguntamos a los pueblerinos por un ciclo, primero nos mandaron a un taller de motos, después a una fábrica de portones, hasta que finalmente encontramos un señor dándole martillazos a una bici en su patio. Revisó los signos vitales de la pobre China y concluyó que no tenía nada, que era una hipocondriaca. También se ganó el premio del mejor informante de la Ruta cuando nos indicó un atajo para evitar ir por la Interamericana. Para futuros aventureros, esta es la ruta:
En Neily, cruzar la Interamericana y seguir hacia Coto 47, Santa Cecilia etc. Seguir directo sobre la calle de asfalto hasta que termina, luego directo por la misma calle, ahora de lastre. Seguir esta calle hasta pasar el segundo puente grande. A los 2-3 km, doblar a la derecha en el primer cruce. Seguir hasta Campiña, doblar a la izquierda en el cruce, luego 2-3 km sobre la misma calle. Luego doblar en la primera entrada a la derecha y seguir, tomar a la izuierda en una Y griega y dele hasta tocar asfalto, de ahí a la izquierda hasta llegar a Conte. De conte a Pavones son 18 km; la primera mitad subiendo y el resto bajando y plano.
Muy exitoso este trayecto, andabamas con un ritmo constante entre 20-25 km/h, no nos perdimos, habían suficientes lugares para hidratarse y enmaltarse de camino. Claro que tanto plano es cansado, y más con el temido calor del mediodía, pero dar la vuelta por Río Claro o Paso Canoas hubiera sido peor. Llegamos a Pavones alrededor de las tres de la tarde, justo a tiempo para celebrar la ocasión con cervezas merecidas y ping pong. Le gané 2-1 a Juanpa en Ping Pong, cervecísticamente hablando creo que empatamos.
En Neily, cruzar la Interamericana y seguir hacia Coto 47, Santa Cecilia etc. Seguir directo sobre la calle de asfalto hasta que termina, luego directo por la misma calle, ahora de lastre. Seguir esta calle hasta pasar el segundo puente grande. A los 2-3 km, doblar a la derecha en el primer cruce. Seguir hasta Campiña, doblar a la izquierda en el cruce, luego 2-3 km sobre la misma calle. Luego doblar en la primera entrada a la derecha y seguir, tomar a la izuierda en una Y griega y dele hasta tocar asfalto, de ahí a la izquierda hasta llegar a Conte. De conte a Pavones son 18 km; la primera mitad subiendo y el resto bajando y plano.
Muy exitoso este trayecto, andabamas con un ritmo constante entre 20-25 km/h, no nos perdimos, habían suficientes lugares para hidratarse y enmaltarse de camino. Claro que tanto plano es cansado, y más con el temido calor del mediodía, pero dar la vuelta por Río Claro o Paso Canoas hubiera sido peor. Llegamos a Pavones alrededor de las tres de la tarde, justo a tiempo para celebrar la ocasión con cervezas merecidas y ping pong. Le gané 2-1 a Juanpa en Ping Pong, cervecísticamente hablando creo que empatamos.
Día 7: Pavones - Punta Banco - Vista del Mar
Distancia: 20+ km
En realidad no hay mucho que contar sobre este ridecito; de Pavones a Punta Banco son menos de 10 km planos sobre lastre. El plan era pasar el día en la playa, pero cuando llegamos a Punta Banco, el carro escoba todavía no había llegado con la hielera, y como era viernes santo tampoco se podía esperar tranquilamente en un barcito. Entonces decidimos investigar la cuestita que sube a Vista del Mar, unos dos km de pared, en esos dos km uno sube desde el nivel de mar a unos 1950 msnm, calculo yo. Es tan parada que literalmente no se sube ni en moto, resulta; cuando fuimos de vuelta tuve que bajar una parte caminando, porque la gravedad combinado con las piedritas sueltas imposibilitaba cualquier intento de frenado exitoso, y más bien promocionaba desastres, guindos, sangre y cerebros al aire libre. En eso veo que viene una moto con dos maecillos para arriba, y escucho cómo el motor se viene muriendo paulatinamente hasta que, en la parte más parada, ya no se escucha nada excepto los maecillos diciendo "uy, mae" repetidas veces. Uno logra bajarse de la moto, el otro la acompaña para atras hasta que termina deslizandose para abajo con la moto encima. No le pasó nada, y yo me sentí muy triste porque no les había tomado un video; hubiera sido el video del mes en Youtube.
Nota aparte: de vuelta, entre Punta Banco y Pavones, paramos en un restaurante llamado "La Piña" (y/o La Bruschetta), donde finalmente encontramos lo que habíamos buscado desesperada e inexitosamente en San Vito; excelente comida italiana. Una pizza realmente exquisita, con pasta delgada, un antipasto muy interesante y sabroso, y hasta una focaccia divina. Realmente valió la pena andar en cleta desde PZ para comer ahí.
Nota aparte: de vuelta, entre Punta Banco y Pavones, paramos en un restaurante llamado "La Piña" (y/o La Bruschetta), donde finalmente encontramos lo que habíamos buscado desesperada e inexitosamente en San Vito; excelente comida italiana. Una pizza realmente exquisita, con pasta delgada, un antipasto muy interesante y sabroso, y hasta una focaccia divina. Realmente valió la pena andar en cleta desde PZ para comer ahí.
Que buena vuelta se pegaron, con esos paisajes y el toque de pasar el río.
ResponderEliminarOiga señor eso si es mtb de locos.
ResponderEliminarNo lo dudo que es unica su experiencia.
En otra ocacion le acompaño.
Villa Colon
Victor Vargas R
la verdad lo he disfrutado tanto como ustedes, los felicito excelente ride.
ResponderEliminarEstan camotes , pero dichosos, de hacer esa loquera y esa bebedera de birra....jajaja Dale
ResponderEliminarPese a batallar contra grandes enemigos:
ResponderEliminarSol del medio dia
Kalorsh
Perdidas
Cuestas
Ley Seca
deficit maltarios severos
Maleantes potenciales
traumas psicologicos
RIOS
LOGRAMOS de una manera decorosa Sabadomasoquistar el Sur...
para MJ,Raul,Bocinante, Esveing...
UN ENORME AGRADECIMIENTO de parte de La China y mio..
Y HASTA LA PROX AVENTURA CICLISTICA...
Mae, ponga todos estos rides en un libro y le aseguro que lo vende. Edítelo en 2 formas: Las crónicas y las rutas. Tanto los rides como las descripciones son simplemente geniales! Qué envidia!
ResponderEliminarMae donde comieron en San Vito, en la pizzeria Lilliana que queda como 20 mtrs del parque?
ResponderEliminarAhi mismo fue; pizzeria Lilliana, la experiencia más decepcionante de todo el viaje, peor que darse cuenta que no se puede cruzar el Río General, hasta peor que ley seca.
ResponderEliminarahora q conoci todos esos lados (en carro =/ ) me da mucha pero mucha envidia del super ride q hicieron !!! tmbien conoci algunos atajos mas, x aquello de q algun dia se manden de nuevo
ResponderEliminarAtt Mclaren